Según la OMS, la depresión afecta entre el 3% al 5% de la población infantil.

Se pensaría que los niños, por su edad, no están sujetos a experimentar preocupaciones, temores e inseguridades ya que carecen de responsabilidades… solo juegan, ríen, comen y pasan tiempo con sus padres.

Pero esto no es del todo cierto sobre la infancia, lo cierto es que un niño puede experimentar preocupaciones, temores e inseguridades, incluso más que los adultos. Esto se debe a que aún no poseen un entendimiento racional de las cosas que suceden a su alrededor, porque su desarrollo cognitivo aún no se lo permite. Esta falta de comprensión racional lo lleva a experimentar y manifestar emociones y conductas negativas que lo pueden conducir a la depresión. 

¿Un niño(a) puede estar triste? ¿Cómo es posible que un niño(a) pueda estar triste?

Algo que debemos tener claro es que un niño sí puede estar triste. La tristeza es una emoción natural que todo ser humano experimenta en su vida, suele ser momentánea, es congruente con el estímulo que lo origina (causa) y carece de repercusiones significativas en el rendimiento y a nivel somático (físico).

Por otra parte, cuando este sentir tiene una duración más prolongada, afecta el rendimiento en las actividades cotidianas y genera un desinterés por dichas actividades que antes sí lo hacían, es cuando podemos hablar de una tristeza patológica.

¿Qué es la depresión infantil?

La depresión en la población infantil difiere de la población adulta. La depresión en niños se caracteriza por la presencia de un estado constante de ánimo triste o en algunas ocasiones irritabilidad, descontento consigo mismo y con su entorno, sin ganas de jugar o de relacionarse con sus iguales. Este estado puede conllevar un impacto importante en la calidad de vida del niño(a), afectando su rendimiento escolar, entorno familiar y relaciones sociales del menor.   

 

¿Cómo es que se manifiesta la depresión infantil?

La depresión infantil no debe tomarse a la ligera en su entrevista, evaluación, diagnóstico y tratamiento. Para poder determinar la existencia de un cuadro depresivo es necesario una evaluación cuidadosa y planificada, realizada por un especialista de la salud mental cuya experiencia sea realizar abordaje en niños.  

Las manifestaciones (signos y síntomas) de la depresión en la infancia suelen presentarse de formas variadas y exteriorizadas (observables), a diferencia de los adolescentes y adultos (interiorizado). Las manifestaciones dependerán de la edad cronológica y no siempre se mostrarán todas, recordemos que cada niño es distinto uno del otro.

A continuación, mostraremos algunos síntomas que pueden llegar a manifestarse en los niños:

 

En edad inferior a 7 años

– Irritabilidad: rabietas, conductas destructivas

– Tristeza

– Ansiedad

– Llanto inmotivado

– Quejas somáticas

– Pesadillas, temores nocturnos, resistencia a irse a la cama

Enuresis (orinarse) en el día o noche

– Cansancio excesivo o aumento de la actividad motora.

 

En edad de 7 años hasta edad puberal

– Tristeza

– Preguntas angustiantes relacionadas al más allá

– Sensación frecuente de aburrimiento

– Disminución de rendimientos escolar

– Trastorno de conducta en la escuela y en relación con sus iguales.

– Cefaleas

– Insomnio o hipersomnia

– Fracaso en llegar a obtener un peso esperado para su edad

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¿Por qué la depresión empieza a caminar?

Existen diversas teorías tanto psicológicas (cognitivo, socio-ambiental e indefensión aprendida) como médicas (hipótesis monodaminas y endocrinas) que buscan explicar cómo se genera la depresión infantil.

Otro punto importante para considerar es la presencia de factores de riesgo en el entorno del niño(a), saber sobre ellos nos permitirá detectar y prevenir a tiempo.

Factores ambientales: Este grupo de factores comprende las relaciones familiares. La relación entre los mismos padres y para con sus hijos, el divorcio; no es la separación la que afecta sino la forma en cómo se da, conflictos entre hermanos y problemas de carácter psíquicos de los progenitores.

Factores personales: Se comprende las características de personalidad; introvertido y extrovertido, cogniciones negativas, baja autoestima y déficit en habilidades sociales.

Abordaje

La intervención en depresión infantil puede ser a nivel psicológico y psiquiátrico. Este último dependerá de la gravedad de los síntomas y la recomendación de un profesional de la salud mental.

El tratamiento en depresión infantil usa la misma terapia aplicada para la población adulta, pero dicho tratamiento requerirá de adaptar las técnicas y estrategias de acuerdo con la edad, capacidad intelectual, motivaciones e intereses del niño(a).

Recomendaciones para padres

La participación de los padres en la vida de los niños es importante para poder prevenir, así como tratar, la presencia de cuadros afectivos. Las siguientes recomendaciones pueden ser aplicadas tanto por los progenitores como también por otros familiares cercanos y educadores.

Manifestar nuestro buen humor, dedicar tiempo libre para disfrutar de pasatiempos, expresar mensajes sensatos en voz alta y profesar los buenos valores y costumbre, son conductas que el niño (a) observará e interiorizará en su repertorio conductual.

  • Ayude a su hijo a divertirse y sentirse bien

Planifique actividades agradables y divertidas, sorprenda a su hijo (a) con planes nuevos y divertidos que capten su atención e interés.

  • Promueva la armonía familiar

Demuestre afecto con palabras que vayan de la mano con los hechos, evitemos la presencia de conflictos conyugales frente a su hijo(a).

Coordine con su pareja antes de fijar normas y castigos, evitemos establecerlos de forma exagerada.

  • Entrénelo para tolerar la frustración

Todo a su tiempo. Enseñemos a respetar turno en juegos, evitemos acceder inmediatamente antes rabietas o demandas y retrasemos de forma gradual la entrega de estímulos gratificadores.

  • Que se vayan de viaje las etiquetas

Evitemos decir etiquetas y el uso de lenguaje absolutista como “eres malo” “nunca haces caso” “te portas siempre mal”.

Instrúyalo en actividades básicas como asearse, vestirse, limpiar, uso adecuado de su dinero, etc. Ayúdelo en que pueda resolver el problema mas no lo resuelva por él.  Aquí puedes profundizar más sobre la autonomía en niños.

Debemos proporcionar a los niños, en lo mayor posible, un ambiente físico y emocionalmente saludable, en el cual participen sus cuidadores. De esta forma podremos prevenir el desarrollo de cualquier cuadro afectivo que afecte la calidad de vida. Así mismo, es recomendable acudir a un profesional de la salud mental especializado, quien pueda brindarnos pautas y estrategias adecuadas para la crianza saludable, así como realizar un tratamiento adecuado en caso de encontrarse un problema emocional.

Rodrigo Mansilla Quispe

            Psicólogo en Libera

C.PS.P. 35207

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