La preeclampsia es una enfermedad donde se presenta la hipertensión arterial y la proteinuria (presencia de proteínas en la orina), así como retención de líquidos. Es considerada una de las complicaciones más frecuentes en el embarazo: afecta entre el 6% y el 8% de las mujeres en los países desarrollados. OJO si se detecta a tiempo, los casos leves no suelen ocasionar mayores problemas, pero en los casos de mayor gravedad (que son mucho menos frecuentes) los riesgos para la madre y el bebé se incrementan.

¿Cómo se detecta la preeclampsia?

Esta patología no presenta síntomas fáciles de detectar al inicio, ya que son muy parecidos a los que suceden normalmente durante el embarazo, como: aumento de peso, hinchazón de cara, manos y párpados.

Por ello, existen dos herramientas para detectarla:

  1. Control de la presión arterial: se considera elevada cuando supera los 140/90 mmHg. Estas cifras van a variar durante el día, para hablar de hipertensión es necesario que los resultados se encuentren por encima de los valores normales en, al menos, 3 controles.
  2. Test de proteínas en la orina: se realiza la prueba con una tira reactiva similar a la de la prueba de embarazo. La tira nos da el resultado tras ser sumergida a la orina. Estos niveles también varían durante el día, habrá que escoger. Se realiza una recolección de orina 24 horas.

En caso de que la preeclampsia sea más severa, aparecen los siguientes síntomas:

  • Dolores abdominales intensos, náuseas y/o vómitos.
  • Dolores de cabeza agudos y persistentes.
  • Alteraciones en la visión: aparición de puntitos
    luminosos, visión borrosa y/o doble e intolerancia a la luz.

Si además se presentan convulsiones, es posible que la enfermedad haya derivado en una eclampsia, con riesgos mucho más elevados, pero estos ocurren en pocos casos.

Causas y consecuencias

Existen grupos más propensos a contraerlas como:

  • Las mujeres que padecen hipertensión arterial, diabetes, enfermedades de la coagulación (como trombofilias) o trastornos autoinmunitarios (como el lupus eritematoso).
  • Mujeres en su primer embarazo
  • Madres adolescentes o mayores de 35 años
  • Mujeres con obesidad
  • Embarazos múltiples
  • Mujeres con antecedentes genéticos

Por otro lado, las consecuencias que puede provocar esta enfermedad es el angostamiento de las arterias de la placenta, por lo que se reduce el flujo sanguíneo hasta ella. Por tanto, llega menos oxígeno y alimentos al bebé, se reduce el líquido amniótico y, en casos extremos, puede derivar incluso en el desprendimiento prematuro de la placenta, lo cual genera numerosos riesgos en la salud del niño y, por extensión, también de la madre.

Sin embargo, no hace falta encender ninguna alarma, basta con estar atentos a las medidas de control mencionadas anteriormente (en especial los grupos señalados de riesgo) para poder actuar a tiempo. De este modo, los riesgos de que una preeclampsia complique el embarazo de forma importante son realmente muy bajos.

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