En la actualidad el llevar un estilo de vida saludable se ha vuelto uno de los más grandes retos, al parecer para todas las generaciones. Y muchos han caído en pagar mucho dinero para realizar dietas milagrosas, operaciones mágicas y/o tomar la pócima de la figura perfecta. Pero seamos sinceros… nada de eso dura para siempre. En este artículo no les vamos a regalar la magia externa porque si interna porque esto va más allá de que te compres todas las pastillas adelgazantes o ganadores de peso.

Una de las claves para mantenerse sano es adquirir sencillos hábitos saludables y evitar aquello que pueda resultar dañino. No comer demasiado y priorizar los alimentos de origen vegetal son algunos de los trucos para mejorar y conservar la salud. Una de las causas principales de la actual epidemia de obesidad es la ingesta de una cantidad de calorías superior a las que necesita nuestro cuerpo. El actual modo de vida, muy sedentario, hace que las necesidades energéticas sean, en general, bajas.

El plan nutricional perfecto para un estilo de vida saludable

La alimentación es uno de los aspectos claves para mantener un estilo de vida saludable y dentro de ello radica el mejorar nuestros hábitos alimenticios. Les presentamos los 7 secretos para lograrlo:

  • No tener miedo a tomar menos carne: Todo es de acuerdo a sus requerimientos. Un exceso en su consumo, en especial si es carne roja, puede aumentar el riesgo de padecer algunas enfermedades.
  • Preferir cereales integrales y menestras: Sustituir el pan blanco, la pasta y el arroz por sus versiones integrales o también por las menestras puede disminuir el riesgo de padecer diabetes tipo 2, hipertensión, cardiopatía y algunos tipos de cáncer.
  • Comer en platos extendidos y visualizar que se sirva al ras permite controlar las porciones.
  • Disfrutar de la comida con menos sal. Las necesidades de sodio (la sal es cloruro de sodio) se cubren con facilidad a partir de los alimentos sin sal añadida. Evita consumir en exceso alimentos procesados.
  • Consumir frutos secos. Son ricos en fibras, minerales, fitoquímicos con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias, que aportan beneficios para la salud cardiovascular, mejoran la sensibilidad a la insulina y no se asocian a un aumento de peso corporal.
  • Controlar el consumo de lácteos, elegir la versión baja en grasa. Los lácteos son una de las principales fuentes de grasas saturadas de la dieta. Este tipo de grasas se asocian a un mayor riesgo cardiovascular, por lo que es preferible minimizar su ingesta.
  • Beber agua. El agua, que se debería escoger como la bebida de preferencia por encima de cualquier otra bebida, se desplaza cada vez más por bebidas azucaradas (refrescos y zumos) y bebidas alcohólicas. Es importante mantener el cuerpo hidratado ya que somos 80% agua.

Sofía Morales Velásquez

Nutricionista de Libera

CNP 7662

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