Problemas físicos como consecuencia de estados ansiosos.
En el día a día es muy común llegar a padecer síntomas de tipo físico tales como dolores de estómago, dolores de cabeza, y en ocasiones, incluso migrañas. Estos síntomas son en la mayor parte de los casos consecuencia de estados de ansiedad o de angustia mantenidos en el tiempo a raíz de problemas más o menos cotidianos.
En mayor o menor medida todos conocemos estos datos, pero sin embargo no son sólo éstas las consecuencias de los estados ansiosos, veamos una breve lista: hipertensión, taquicardias, caída del pelo, herpes, aftas bucales, eccemas cutáneos, erupciones en la piel, náuseas y vómitos, diarrea y estreñimiento, aumento de gases, dolores de espalda, aumento del colesterol, sensaciones de mareo, vértigos, parálisis faciales y sudoración copiosa de manos entre otros.
El organismo se defiende de cualquier amenaza.
Llegados a este punto quizás parezca algo complicado poder justificar tal relación. Para entenderla habrá que intentar analizar cómo funciona la respuesta de defensa natural que el organismo produce ante las agresiones: nuestro cuerpo no diferencia entre agresiones físicas o psíquicas, externas o internas, simplemente se pertrecha para poder salir indemne de un ataque.
En realidad, el tipo de protección que ponemos en marcha ante una amenaza es la misma que ponían nuestros antepasados cuando eran amenazados por posibles depredadores. Todas las respuestas físicas que se producen preparan al organismo para atacar o salir huyendo. Así, cuando nos activamos aumentamos la tensión muscular, aumentamos la tasa cardíaca para llevar más alimento a nuestros músculos, se bloquea la digestión y la secreción de orina debido a que en un estado de alarma son funciones menos relevantes para la supervivencia, se segrega adrenalina, aumenta el colesterol puesto que se ha de consumir (aparentemente) en breve, y se suda más para refrigerar mejor a los músculos del cuerpo ya que al fin y al cabo nos pueden salvar la vida.
Todo esto es en realidad “para nada”, resulta que en la mayor parte de las ocasiones no nos persigue ningún león hambriento, sino que no queremos quedar mal con un amigo, llegar tarde al trabajo, tememos perder el trabajo, algo nos parece injusto, etc.
Ansiedad patológica.
Si este estado de alarma dura a lo mucho unas pocas horas tendremos apenas efectos secundarios, pero si es mantenido por varias horas, días o meses poco a poco comenzarán a producirse somatizaciones e incluso trastornos psicofisiológicos (ansiedad patológica). Por tanto, si padece alguno de estos síntomas, primero descarte una posible patología física pura, y si aun así los síntomas perduran o sólo obtiene un tratamiento paliativo, valore que puede obtener una solución eficaz y duradera para su malestar dentro del ámbito de la salud mental.
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