¿El vino es un alcohol saludable?

Esta bebida alcohólica es una de las más relacionadas con la imagen de calidad. Se trata de un producto 100% de origen vegetal y que se obtiene directamente del zumo de la uva y que se fermenta, para, después de varios procesos, conseguir un producto madurado con características organolépticas diferenciadas.

La elaboración del vino es muy antigua y está relacionada con el área mediterránea, especialmente en las regiones al sur de Europa, aunque en los últimos años se ha apreciado un auge productor en otras zonas del mundo como Perú, Australia e incluso China. Cada una de ellas con un producto de características diferenciadas por la diferencia de uvas que se usan, por tanto cada región obtiene un producto único.

El vino, independientemente del país o de la región en la que se produce, posee una característica común: tiene una cierta cantidad de alcohol, normalmente superior al 11%. Esta particularidad es la que hay que valorar en su justa medida para poder entender y centrar los problemas de adicción y adecuación nutricional.

Entonces… ¿es bueno o no?

Hasta el día de hoy sigue generándose opiniones encontradas, especialmente a la hora de promover el consumo de alcohol como medida preventiva. Estudios consideran el vino como un producto saludable cuando su consumo es inferior a dos vasos diarios. Sin embargo, cuando se supera la cantidad, se incrementan los problemas de salud. Desde los relacionados al cuerpo como cirrosis, cáncer de lengua, estómago, esófago, páncreas; hasta los relacionados a las actitudes y responsabilidades como accidentes de tránsito o incidentes violentos.

Por tanto es importante que se evite el consumo excesivo de vino, y debe considerarse como un producto apreciable, aceptable e incluso objetivamente saludable, siempre y cuando el consumo sea responsable y contenido a niveles inferiores a los dos vasos diarios.

Efecto antioxidante

Los beneficios del consumir vino está relacionado a su capacidad antioxidante. La oxidación celular se suele iniciar por la acumulación de sustancias oxidantes en el interior de nuestro organismo, en especial el peróxido de hidrogeno y el oxígeno libre. Si estas sustancias no son neutralizadas, comienza el envejecimiento celular. Este proceso puede detenerse en diferentes niveles. Son neutralizados por las defensas antioxidantes, que pueden ser sustancias propias del organismo (las enzimas antioxidantes y el selenio como modulador), o pueden ser sustancias que se encuentran en los alimentos, como las vitaminas C, E y el beta caroteno o los flavonoides (sustancias antioxidantes presentes en las frutas y en este caso en el vino).

Los compuestos polifenólicos de la uva se encuentran en la piel y su concentración es baja en la pulpa. Esto explica por qué el vino blanco, que no se hace con la semilla ni la piel, presenta bajos niveles de polifenoles. Por ello, el más rico en estas sustancias es el vino tinto. La cantidad de polifenoles en la uva depende principalmente de la variedad de la vid, del clima, del terreno y de las prácticas de cultivo.