n la actualidad, España es reconocido como el país más saludable del mundo según un estudio realizado por Bloomberg. Sobre todo, por la aplicación de la dieta mediterránea que está presente en la mayoría de los hogares españoles.

Sin embargo, las tasas de obesidad se han disparado de un tiempo a esta parte y, lo que es peor, continúan elevándose cada año. Esta enfermedad, en ocasiones tiene como consecuencias la diabetes tipo 2. Esto demuestra que cada vez se sigue menos una dieta mediterránea de la manera correcta, motivo por el que se debe reivindicar su mantenimiento y puesta en valor.

¿Qué es la dieta mediterránea?

La dieta mediterránea no sólo se trata de los alimentos que consumimos y preparamos, sino de cómo los comemos (combinaciones y porciones) y de nuestras rutinas diarias. Porque no se obtiene el mismo resultado solo realizando una dieta con el consumo de  verduras, pescado o frutas de manera frecuente, si estos hábitos no se acompañan con la actividad física regular o si llega el fin de semana y, con él, los atracones de comida rápida y alta en calorías. Tampoco resulta beneficioso para la salud cocinar con aceites o el consumo de cenas abundantes  que dificultan la digestión, provocando que las horas de sueño no sean las adecuadas ni tengan calidad.

La cultura y la geografía son dos factores clave, a pesar de que, tengamos facilidades de acceso a la dieta mediterránea. Uno de los motivos que explicaría por qué no se siguen las indicaciones médicas a la hora de llevar una correcta alimentación es que hay que dejar de hablar de ‘cambios en los estilos de vida’ ya que, por más que lo repitamos, no nos están haciendo caso. Esto se explica porque, etimológicamente, la expresión ‘estilos de vida’ proviene de ‘costumbres de vida’, algo que es igual a ‘ética’ y ‘moral’, y la población no va a cambiar su ética y su moral porque se lo diga un médico. Es más fácil hacer un trasplante o ir a la luna que cambiar los estilos de vida. Lo que hay que hacer es cambiar el rumbo.

Pilares de la Fundación de Dieta Mediterránea

  • El uso del aceite de oliva.
  • Cinco raciones de fruta y verdura al día.
  • Pan y cereales integrales.
  • Alimentos frescos y de temporada.
  • Productos lácteos.
  • Consumo moderado de carne roja.
  • Ingesta de pescado.
  • Dulces ocasionalmente.
  • Dos litros de agua al día.
  • Ejercicio físico diario.

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