Al hablar de ansiedad se distinguirán dos temáticas fundamentales en cualquier tipo de tratamiento y trabajo psicoterapéutico; la primera es responder a la interrogante ¿Cómo distinguir entre el miedo y la ansiedad? Y la segunda es entender cómo determinar cuál es una reacción normal frente a una reacción disfuncional. Para esto entendamos que no existe una vía o tips rápidos que puedan disminuir al 100% una crisis de ansiedad o ya sea una serie de comportamientos adquiridos durante un tiempo que fomenten niveles de ansiedad elevada.
Frente a ello es necesario enfatizar que la ansiedad y el estrés son respuestas que nos ha otorgado la naturaleza, con la finalidad de ayudarnos a manejar situaciones de peligro; es una alarma natural que se enciende cuando enfrentamos situaciones peligrosas, preparando el cuerpo y la mente para reaccionar rápidamente y enfrentar aquello que nos preocupa; en niveles moderados son inevitables, necesarios, constructivos e impulsadores.
Cuando ocurre en forma muy intensa y frecuente, podemos estar constantemente nerviosos, temer de cosas irreales o que no son una amenaza verdadera
Al hablar de pánico nos referimos a aquella vivencia de miedo o terror intensa, que generaría una sensación de descontrol, desmayo o muerte inminente, cabe resaltar que en ese momento pueden venir los siguientes síntomas: palpitaciones o taquicardia, sudoración, temblores, sensación de atragantamiento, opresión en el pecho, náuseas, molestias abdominales, mareos, parestesias, escalofríos o sofocaciones, así como miedo a volverse loco o descontrolarse, miedo a morir e inclusive despersonalización.
Para poder ayudar a una persona en medio de un ataque de pánico o a uno mismo, se debe tener presente cuál es el circuito del pánico, el cual se instala y se mantiene a partir de los pensamientos catastróficos que surgen como respuesta a las sensaciones corporales; a lo cual recordemos que estas son sensaciones normales de la activación del sistema de alarma frente a un peligro o amenaza real, entendiendo lo más importante, “en el pánico no hay tal peligro”.
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Las personas que han tenido un ataque de pánico desarrollan un estado hiperalerta, ampliando su atención ante el mínimo estímulo tanto proveniente de su propio cuerpo como de situaciones externas, dando lugar a interpretaciones catastróficas de lo que sucede. Si te gustaría entender un poco más sobre este punto; revisa este artículo.
El trabajo dentro de un ataque de pánico se focalizará en una primera instancia en modificar estas distorsiones; pensar por ejemplo “que me voy a morir, porque mi corazón late más rápido o me voy a desmayar y perder el control de mi cuerpo”, es algo que podemos cuestionar. Se primará el reconocer y recuperar el control sobre los autodiálogos negativos; preguntándonos ¿Qué paso por mi cabeza mientras estaba ansioso? ¿Qué pienso que puede pasar? ¿Qué es lo peor que puede pasar?, reconociendo el tipo de errores del pensamiento; enfatizando que el cambio se dará cuando además de detectar estos pensamientos negativos se puedan reemplazar por autoafirmaciones racionales como “estos son solo pensamientos, voy a intentar respirar y relajarme”; donde reafirmamos que la autocharla negativa solo perpetúa la evitación y ayuda a mantenerse dicho pánico.
Si nosotros nos centramos en el entrenamiento respiratorio, recordemos que este solo nos servirá para balancear los niveles de oxígeno y dióxido de carbono, puesto que en una crisis de pánico por efecto de la hiperventilación se produce un desequilibrio entre los mismos; para esto practicar la respiración diafragmática, una respiración lenta y profunda servirá como un relajante natural. Este ejercicio es necesario practicar en estado de reposo, empezando a realizarlo antes de que la ansiedad llegue a su pico.
Es muy importante recordar que la evitación es el sello de la ansiedad, puede generar alivio temporal, pero cuanto más evitamos, mayor será nuestra ansiedad en el futuro; para superar la ansiedad debemos de aprender a enfrentar nuestros temores; aplicando herramientas proporcionadas dentro de un espacio de psicoterapia.
En definitiva, si observo a una persona que está pasando una crisis de pánico, le puedo ayudar entendiendo en primera instancia cómo funciona el circuito de ansiedad, ayudándole a desenfocarse de estos pensamientos, haciéndole recordar las autoafirmaciones racionales frente a la ansiedad, técnicas paliativas de relajación entre otras y lo más importante siendo soporte en ese momento, empero si observo que es mucho más frecuente con un mayor descontrol; es preferible que la persona lo converse con un profesional que pueda ayudarlo dentro de un proceso de psicoterapia.
César Vigo
Psicólogo de Libera
C.Ps.P. 35846
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