Todas las personas sienten y expresan sus emociones de forma diferente, patrón que se va gestando desde que somos muy pequeños. Pero aprender a expresarlas de “forma asertiva” no es una tarea fácil, y es un arduo trabajo que mantiene a los padres muchas veces angustiados y frustrados al no comprender las emociones de su hijo ni saber cómo manejarlas. Por lo tanto, preparamos el siguiente artículo para ti.
¿Cuándo aparecen las emociones?
Como todo, se trata de un proceso, desde la aparición de las emociones más simples que luego dan lugar a las emociones más complejas. Según el modelo del desarrollo emocional de Lewis (1997), poco después de nacer, los bebés comienzan a mostrar tres tipos de señales: satisfacción, interés y aflicción.
Durante los 6 meses siguientes, esos estados se diferencian en las emociones primarias: alegría, sorpresa, tristeza, asco, y posteriormente surgen el enojo y el miedo, siendo entonces reacciones a situaciones que comienzan a tener un significado para el niño o niña.
Alrededor de los 2 años, surgen las emociones autoconscientes, referentes a la empatía y la envidia, y posteriormente, alrededor de los 3 años surgen las emociones autoevaluativas, dando lugar al orgullo, la culpa y la vergüenza.
¿De qué depende el desarrollo emocional?
Pues como muchas cosas referentes al desarrollo infantil, el desarrollo emocional depende de factores tanto internos como externos que en su interacción influyen en el nivel de madurez emocional que tenga un niño en una edad determinada.
Entre esos factores se encuentran el desarrollo neurológico, ya que las estructuras y funciones cerebrales involucradas en las emociones van madurando y complejizándose a medida que transcurre el tiempo.
Por otra parte, a través de diferentes estímulos ambientales, los niños van experimentando diversas emociones, así como también observan emociones en otros, por lo que las experiencias, la forma en como los adultos moldean y modelan sus emociones, los vínculos y afectos, son elementos que influyen en cómo un niño expresa, comprende y regula sus emociones.
Las competencias que se obtienen en el desarrollo emocional
Entonces, ¿cómo saber si mi hijo sabe manejar bien o mal sus emociones? ¿Qué criterios se usan?
En primer lugar, siempre hay que evaluar a un niño en función a lo que es esperado para su edad y lo que se observa en la mayoría de sus pares. Dicho esto, no podemos decir que un niño de 2 años tiene un mal manejo emocional si hace berrinches, porque esto es totalmente esperado a esta edad. Si quieres informarte más acerca de los berrinches y rabietas, entonces el siguiente artículo puede serte de utilidad: Pasos para afrontar las rabietas y pataletas en los niños
En segundo lugar, algunos teóricos han propuesto 3 competencias emocionales que pueden ayudarte a explorar las dimensiones del proceso emocional en tu hijo (a):
Comprender las emociones:
Los niños comienzan a identificar la existencia de emociones. Así mismo, comienzan a percatarse que estas aparecen tras determinados eventos, por lo que hay elementos que las generan. Además, se percatan que los demás también las experimentan y en ocasiones de manera diferente. Y finalmente, se logra comprender que un mismo evento puede generar varias emociones en paralelo y que estas pueden llegar a ser contrarias.
Regular las emociones:
La autorregulación emocional hace referencia a la capacidad para ajustar la expresión emocional en función de la situación, dependiendo del momento, lugar y de las personas que nos rodean. Una vez que el niño es más consciente de sus emociones y comprende qué las genera, se espera que en la práctica y en esa constante retroalimentación con el ambiente, logre aprender cómo ajustar su conducta a lo que es esperado socialmente.
Ser empático:
La empatía es la capacidad para poder comprender el sentir de la otra persona y actuar en función a ello, y es por esto que, para poder desarrollar la empatía, los dos puntos antes mencionados tienen que estar presentes. La capacidad para ser empáticos comienza a aparecer a partir de los 2 años y se va desarrollando con el tiempo.
¿Cómo puedo ayudar a mi hijo con sus emociones?
- Permítele sentir: no busques censurar su emoción de forma automática, cual si fuese un botón de “apagado”. Llorar un poco, molestarse, sentir miedo, no está mal. Muchas veces las emociones pueden preocuparnos o queremos evitarlas cuando generan malestar, pero son necesarias. Así que, se paciente y mantén la calma. Si deseas profundizar un poco en este tema, el siguiente artículo podría serte de utilidad, entendiendo que las emociones y/o sentimientos no siempre pueden categorizarse como buenos o malos: ¿Los sentimientos que tengo son buenos o malos?
- Ayúdalo a poner en palabras lo que siente: los niños tienden a reaccionar más con acciones que en ocasiones pueden resultarnos desmedidas ya que no logran comprender sus emociones ni saber cómo expresarlas verbalmente. Por lo tanto, ayúdalo a ponerle nombre a esas emociones (por ejemplo: “entiendo que puedas estar molesto”).
- Valida sus emociones: no hay nada peor que nos hagan sentir que “no deberíamos sentirnos así”, las emociones son subjetivas y cada quién las experimenta distinto. Por lo tanto, trata de ser empático y comprenderlo. De hecho, una de las mejores formas para ayudar a alguien es llevando a cabo esta acción, lo cual hacemos mención en este artículo: ¿Cómo puedo ayudar a los que quiero?
- Enseña con el ejemplo: permítete sentir, por supuesto con medida, frente a tu hijo. Verbaliza tus propias emociones y enséñale la forma adecuada para transmitirlo (por ejemplo: “hijo, cuando haces esto me haces sentir un poco triste”), no vayas inmediatamente al llamado de atención o al castigo. Si esto de enseñar con el ejemplo te resulta algo complejo, leyendo el siguiente artículo podrías comprender mejor: ¿Cómo enseñar a nuestros hijos con el ejemplo y no fallar en el intento?
- Ayúdalo a identificar emociones en otros: desde eventos en la vida real, como en los programas de televisión y cuentos infantiles, los niños están expuestos a ver muchas situaciones que generan emociones en los demás. ¡Practiquen y jueguen!, pregúntale: ¿cómo crees que se sintió tu amigo? ¿qué emoción sentía el personaje del cuento? ¿qué ocasionó que se sintiera así? ¿cómo crees que debió de haber reaccionado? ¿cómo te hubieses sentido tú?
- Acude a un profesional: se entiende que los niños pueden tener fallas en el manejo de sus emociones casualmente por eso, porque son niños y están en la fase de aprender, por lo que es necesario ser pacientes. Sin embargo, cuando estas emociones llegan a ser muy incontrolables y generan un malestar al niño y a su familia, es necesario acudir con un psicólogo o psicóloga que te ayuda a identificar el origen del problema y pueda darte pautas para manejar la situación.
Beatriz Azabache
Psicóloga de Libera
C.Ps. P. 36603
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