En algún momento de nuestra vida hemos querido realizar algún deporte, cocinar un platillo que nos gusta, viajar a un lugar nuevo, ir al gimnasio, inscribirnos a un curso o tener un cambio de imagen, pero al querer realizarlo comenzamos a experimentar miedo, inseguridad y ansiedad que terminan por desmotivarnos. Es posible que esto ocurra porque te encuentras inmerso en una zona de comodidad llamada confort.
¿Qué es la zona de confort?
Es un espacio psicológico que conocemos de principio a fin donde controlamos todo, en el que nos sentimos seguros, cálidos y a salvo de la ansiedad y el miedo. Este espacio no es del todo malo puesto que nos brinda seguridad, pero estar mucho tiempo en él impide que podamos crecer, desarrollarnos y disfrutar de nuevas experiencias de las cuales obtendríamos aprendizajes significativos para nuestra vida.
¿Es bueno quedarse siempre en un lugar confortable?
Siempre vamos a querer estar el mayor tiempo posible en un lugar en donde podamos sentir seguridad, tranquilidad y plenitud. Poder refugiarnos en una zona como tal nos da la posibilidad de poder afrontar alguna adversidad que se nos presenta en nuestra vida. Tener este espacio nos da la posibilidad de sentir la capacidad suficiente para enfrentar los desafíos que impone el mundo y beneficiar nuestro control de nuestras emociones.
Imaginemos que, a un niño, a lo largo de su desarrollo, siempre se le brindó un espacio de tranquilidad, confianza, que siempre podrá disponer de todos los recursos posibles cuando desee. ¿qué pasaría si este niño no saliese de este espacio? Probablemente no crecería en la vida. Crecer implica experimentar los conflictos, fracasos, dudas y logros, para aprender de ello.
Fuera de la zona de confort existe un espacio donde abundan los conocimientos, experiencias nuevas, desafíos, riesgos y oportunidades para alcanzar metas y lograr el éxito. A este espacio se le denomina: zona de crecimientos.
La idea es que seamos capaces de poder salir eventualmente de nuestra zona de confort y adéntranos en la zona de crecimiento sin olvidarnos de ella.
¿Cómo saber si estoy dentro de una zona de confort?
Como sabemos hasta este punto, la zona de confort es un espacio de seguridad en el que, si permanecemos por mucho tiempo, puede convertirse en una barrera para nuestro crecimiento personal. Las consecuencias de estar presentes en una zona de confort por mucho tiempo pueden expresarse de la siguiente forma:
– Sentir que estamos atados a una rutina diaria por varios meses o años sin poder experimentar alguna sensación satisfactoria.
– Experimentar emociones negativas constantes como la apatía, desmotivación, tristeza y frustración.
– Carecer de habilidades o estrategias para poder resolver problemas de forma óptima o realizar una buena toma de decisiones. En este artículo podrás conocer un poco más sobre la correcta toma de decisiones.
– Postergar actividades constantemente por sentir poca gratificación.
– Experimentar un nivel elevado de estrés al no saber manejar la situación de forma saludable.
– Nos encasillamos en el “no” ante planes, actividades, ideas relacionadas al cambio en la rutina o la forma en cómo hacemos las cosas.
– Evitar asumir nuevos retos o desafíos por temor a fallar por lo que siempre tendremos una excusa qué decir. ¿por qué no intentarlo?
– La relación con nuestros seres queridos puede verse afectada por caer en la rutina y no experimentar nuevas vivencias que puedan nutrir y fortalecer la unión. Puedes revisar este artículo donde podrás aprender a identificar y resolver conflictos familiares
Consejos para salir de la zona de confort
– Conoce tus límites: salir de la zona de confort representa un desafío importante para nosotros, sentiremos miedo o presión por querer hacerlo. Pero recuerda que cada persona posee un ritmo diferente para hacer las cosas, no te desesperes si demoras en salir de esta zona, lo importante es poder mantener un equilibrio entre la ansiedad y la sensación de logro que experimentemos al salir de esta área.
– Identifica tus miedos: realiza un listado de aquellas actividades que te generen mucho temor, ordénalas de menor a mayor angustia, después busca acercarte a las que menos miedo te cause y evalúa el resultado.
– Dile adiós a las creencias: el salir de la zona de confort puede generar miedo e incertidumbre ante lo desconocido, llegando a creer que podríamos terminar en una situación catastrófica de la cual no tendríamos escapatoria. Aquí puedes conocer un poco más sobre la incertidumbre para esto es necesario, antes de incursionar en una actividad nueva, informarnos lo máximo posible y así poder disminuir la incertidumbre.
– Cambia tu rutina: conoce primero las actividades que realizas en el día a día y busca modificar una de estas o adicionar alguna para poder romper con la cotidianidad.
– Explora nuevos lugares: en algún momento de nuestra vida hemos querido ir a un parque, una playa, visitar un pueblo, viajar a un lugar dentro o fuera del país ya sea por su atractivo turístico o por su cultura. Realiza un listado de esos lugares que en algún momento anhelaste ir y empieza por planificar tu viaje.
– Aprender a soltar: tenemos objetos que hemos ido adquiriendo y acumulando a lo largo de nuestra vida. Evaluemos e identifiquemos aquellos objetos materiales que ya no poseen utilidad en nuestra vida y empecemos a liberarnos de ellos poco a poco.
Salir de nuestra zona de confort puede costarnos en un principio y más si se ha estado inmerso por mucho tiempo. Pedir ayuda a un profesional de la salud mental nos puede orientar en este cambio que hemos decidido realizar en nuestra vida. Recuerda que el simple hecho de buscar ayuda es un gran paso fuera del confort y uno dentro de la zona de crecimiento.
Rodrigo Mansilla Quispe
Psicólogo de Libera
C.Ps.P. N°35207
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