La etapa de la adolescencia está relacionada a cambios en el comportamiento y en las emociones de los jóvenes entre 14-17 años, y estos cambios también afectan a sus familias, es por ello que tenemos padres en consultas que no saben cómo manejar estas conductas rebeldes.

¿Qué significan sus conductas rebeldes?

Debemos tener en cuenta que la rebeldía es una de las señales de identidad propias de esta etapa. Ese comportamiento de enfrentarse a todo y a todos puede tener aspectos positivos para la vida de nuestros hijos adolescentes si sabemos dirigirla bien, pues están consolidando su autonomía, seguridad, reafirmando sus ideas, formando su personalidad.

Sin embargo, a la vez, la necesidad que tienen los adolescentes de desafiar todas las normas provoca, con mucha frecuencia, enfrentamientos con sus padres.

¿Cuál podría ser nuestro rol de padres ante la actitud rebelde?

En principio, es importante que como padres nos enrumbamos en comprender qué es lo que su rebeldía está tratando de decirnos. Más allá de ponerles una etiqueta como “malcriado”, “engreído/a”, “caprichoso/a”, intentemos comprender qué situaciones pueden estar provocando que se opongan a las normas, o que no hagan sus tareas, o que quizá ya no cedan como antes.

Analicemos algunas situaciones que podrían estar propiciando estas conductas rebeldes, como por ejemplo:

  • El estrés, puede ser percibido por el adolescente cuando existen conflictos en su hogar como peleas constantes entre sus padres o una separación.

  • Exceso de disciplinas; padres exageradamente estrictos y controladores, que limitan la libertad de su hijo al quitarle la posibilidad de expresarse.

  • Identificación con un papá o una mamá impulsiva y explosiva que grita y agrede y que no sabe escuchar.

  • Ausencia física y emocional de los padres porque tienen que trabajar mucho y casi no están en casa.

Entonces, habiendo comprendido los diversos motivos que existen para que un adolescente se torna rebelde, iracundo o agresivo; enlistamos ciertas pautas a seguir para generar un ambiente más saludable:

  • El cariño y la aceptación son mucho más poderosos que los sermones y la presión para educar.

  • Los adolescentes sienten más deseos de complacer a sus papás cuando estos los aprecian, no cuando los atormentan.

  • La crítica es sinónimo de malestar. La crítica genera defensa y falta de aceptación.

  • Evita bombardearlo con preguntas, respetemos sus espacios.

  • Debemos escuchar a nuestro hijo adolescente lo que nos quiera comunicar (tenga o no la razón) con atención mantenida, y no rechazarlo insinuando que lo que dice no es importante.

  • Cuando el adolescente decide cómo vestirse u organizar sus cosas está buscando su independencia. Debemos darle cierta libertad y, sin dejar de estar al pendiente de él; de lo contrario se sentirá abandonado y no querido.

  • Es necesario tener paciencia, recordemos que los cambios hormonales le impiden controlar su propio carácter.

Recordemos, que solo manteniendo un mismo discurso entre ustedes y demostrando su amor y respeto hacia sus hijos podremos conseguir aquello que anhelamos: HIJOS FELICES.

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