Ser padres puede ser una fuente de alegrías y satisfacciones en muchos momentos, al descubrirnos a nosotros mismos cumpliendo nuevos roles de cuidado, protección y ejemplo, así como al ver a nuestros hijos creciendo y formándose como personas con valores que luego cumplirán un rol en la sociedad. Sin embargo, acercándonos a una visión de la vida cotidiana, la crianza de los hijos no es un trabajo fácil. En muchas ocasiones el estrés y la frustración pueden llevar a que castiguemos a nuestros hijos de manera excesiva, así como a que digamos o hagamos cosas de las cuales nos podemos arrepentir.

¿Qué efectos tiene el perder los papeles y castigar de más a los hijos?

Gritar o castigar excesivamente a los hijos puede llevar a consecuencias importantes. Por un lado, en cuanto a la disminución de su autoestima: si los padres suelen criticar y castigar por muchas causas, eso podría llevar al niño o adolescente a interpretar que no es suficientemente bueno para las distintas áreas que se le critican, e incluso a generalizar esa interpretación y creer que no es un buen hijo o una buena persona. Por otro lado, podría llevar al hijo a una interpretación de tipo: “haga lo que haga igual me van a castigar, entonces no tiene sentido seguir las reglas”, lo cual puede terminar siendo totalmente contraproducente.

¿Qué hacer si ya me excedí y me siento culpable?

En primer lugar, vale la pena entender que la culpa sola no es útil, solo no lleva a juzgarnos a nosotros mismos; lo ideal sería entender y aprender de esa cupa para darle un nuevo sentido y una utilidad. Si nos sentimos culpables es porque algo que hicimos no va de acorde con nuestros valores, por lo que es una oportunidad para reflexionar sobre cómo queremos llevar nuestra paternidad/maternidad y cómo queremos que sea la relación con nuestros hijos. Somos humanos y podemos equivocarnos, pero es importante tener cuidado de no tropezarnos con la misma piedra varias veces.

¿Debería dejar que hagan lo que quieran?

No. No perdamos de vista que la libertad no es lo mismo que el libertinaje; la libertad trata de tomar decisiones con responsabilidad y respeto hacia los demás, mientras que el libertinaje se refiere a las decisiones impulsivas y egoístas centradas únicamente en la satisfacción propia sin pensar en las consecuencias. Tenemos que considerar que nuestros hijos eventualmente llegarán a ser adultos que van a tomar sus propias decisiones, por lo que debemos fomentar que sepan manejar su libertad con independencia y responsabilidad. Un estilo de crianza saludable necesita de un adecuado equilibrio entre el cariño y lo límites, transmitidos no solo con consejos, sino con el ejemplo

«En muchas ocasiones el estrés y la frustración pueden llevar a que castiguemos a nuestros hijos de manera excesiva, así como a que digamos o hagamos cosas de las cuales nos podemos arrepentir.»

A manera de conclusión:

Recuerda que no hay hijos ni padres perfectos, los hijos se encuentran un proceso de aprendizaje que de por sí ya es difícil y que, en momentos, incluso requiere que pongan a prueba los límites de los padres para buscar su propia autonomía e identidad. Por otro lado, ser padres tampoco es tarea fácil, como mucho se dice: no hay un manual para ser papás, se espera que hallan errores, pero más allá de la simple aceptación de estos errores, debemos aprender de ellos y corregirlos.

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