Algunos niños suelen ser un poco temerosos cuando van por primera vez al colegio o cuando están conociendo a nuevos amiguitos, pero con el pasar del tiempo se van adaptando a la situación y llegan a relacionarse mejor, sin embargo, existen niños a los que esto se les puede dificultar demasiado, llegando a mantenerse completamente callados en situaciones específicas, a pesar de que en otras logre comunicarse adecuadamente, generando un gran malestar en el niño y preocupación en los padres.

¿Cómo se presenta?

Suele aparecer entre los 3 y 5 años de edad y se caracteriza por una marcada disminución en el habla del niño, esta se da en situaciones sociales específicas, por ejemplo, puede quedarse totalmente callado en la escuela donde sus profesores esperan su participación, con sus compañeros o amigos del barrio; sin embargo, sí se desenvuelve y habla con normalidad en otras situaciones, generalmente con los padres o con familiares cercanos con el que se siente seguro. Esta incapacidad para comunicarse no se debe a algún trastorno del habla o problema fonológico,  si no que puede  estar relacionado a problemas ansiosos. Este comportamiento llega a interferir considerablemente en el rendimiento escolar o social del niño, ya que no se presenta esporádicamente, si no  que se mantiene por lo menos durante un mes. En lugar de comunicarse mediante verbalizaciones usuales, los niños afectados de este trastorno pueden comunicarse mediante gestos, movimientos o sacudidas de la cabeza, estirando o empujando, o en algunos casos, mediante vocalizaciones monosilábicas o cortas, con voz alterada. Otros síntomas pueden incluir:

  • Ansiedad social
  • Dificultad para mantener el contacto visual
  • Miedo a la vergüenza frente a un grupo
  • Dificultad para expresar sentimientos incluso a los miembros de la familia

Causas

Por el mismo hecho de ser “selectivo” algunos padres suelen pensar que el niño se mantiene callado intencionalmente, que es un berrinche o que es parte de su timidez, sin embargo, esto puede ir más allá, por lo que es necesario estar atentos y prestos a reconocer otros factores que puedan estar influenciando a que el niño actué de esta manera.  Aunque no se puede hablar de una causa en concreto se conocen ciertas predisposiciones, como por ejemplo una historia familiar con antecedentes de mutismo selectivo o trastornos de ansiedad; estilos de crianza autoritario con normas muy rígidas en donde pueden ser juzgados constantemente, o padres sobreprotectores que dificultan el desarrollo de la autonomía del niño, acoso escolar en donde son víctimas de burlas por parte de sus compañeros; todo ello puede causar inhibición y aislamiento, en donde encuentra  por un lado las exigencias de los padres para que logre un buen desenvolvimiento y por otro su gran dificultad para expresarse, generando sufrimiento y altos niveles de angustia en el niño.

Tratamiento

Una evaluación y exploración a fondo del problema es fundamental para delimitar el grado de deterioro que este trastorno puede estar causando en nuestro hijo,  además el papel de la familia es muy importante en el tratamiento,  ya que es necesario identificar las situaciones en que se presenta, qué es lo que está manteniendo esta conducta y cómo pueden ayudar los padres a brindarle la seguridad y confianza que el niño necesita;  ante ello, lo más recomendable es un trabajo en conjunto entre un psiquiatra y un psicólogo infantil.

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