Las zonas erógenas son aquellas partes del cuerpo que producen excitación sexual o que son sensibles a ella, cuando son tocadas o acariciadas, logrando activar el placer. Aprender a estimular dichas áreas y descubrirlas en nosotros mismos resultará un interesante ejercicio que, sin duda alguna, contribuirá muy positivamente a la experiencia sexual.
La importancia de la piel
La piel es el órgano más extenso del ser humano y es capaz de hacernos percibir diversas sensaciones a través del tacto, tales como frío, calor, dolor, suavidad, presión y placer, entre otras. Todo nuestro cuerpo está dotado de numerosas terminaciones nerviosas capaces de responder a estímulos sexuales de distinta índole, convirtiéndolo potencialmente en una gran zona erógena.
El sentido del tacto tiene un componente físico y otro emocional, que hacen posible que podamos percibir y sentir desde una tierna caricia hasta un contacto placentero e intenso durante un buen encuentro sexual.
¿Cómo descubrir mis zonas erógenas?
En las siguientes líneas te brindaremos algunas claves que ayudan a nuestros pacientes de psicoterapia sexual a conocer cuáles son sus zonas de placer. Para una comprensión más práctica las clasificaremos en dos tipos según su grado de sensibilidad:
Zonas erógenas primarias
Son las áreas del cuerpo más sensibles a la estimulación erótica, al ser excitadas, pueden conducir al orgasmo, o sensación máxima de placer sexual. Estas zonas son:
* En la mujer, son el clítoris y la vagina. El primero se excita mediante caricias y movimientos circulares. En cuanto a la vagina, es sensible si se encuentra el punto G y por la contracción de los músculos gracias a la penetración. En el caso de los varones, se sitúan a nivel del glande y el pene; la excitación se produce por frotamientos con la masturbación o la penetración.
Zonas erógenas secundarias
Al contrario de las primeras, no son capaces de conducir directamente al orgasmo, aunque sí lo facilitan. Se caracterizan por ciertas partes de la piel y las mucosas que, excitadas por caricias, también activan la excitación de las zonas primarias y, por lo tanto, multiplican el placer sexual. Estas zonas son:
* En la mujer, son el pubis, las nalgas, los labios mayores y menores, la entrada de la vagina, el perineo, el ano y los pezones. Por su parte, las zonas erógenas secundarias del hombre son el pene, el escroto hasta el ano y el interior de las nalgas.
La clave está en la comunicación
Las zonas erógenas son bastante parecidas en todas las personas, sin embargo, recuerda, que cada persona es un mundo, sobre gustos no hay nada escrito y lo que a alguien le fascina a otro puede desagradarle. Por eso es importante saber qué te gusta o disgusta, al igual que conocer qué le agrada o desagrada a tu pareja… Una buena comunicación con tu pareja será su gran aliada para que juntos puedan descubrir aquello que más los complace.
¿Cómo estimular las zonas erógenas?
El maravilloso sentido del tacto nos ofrece múltiples formas de disfrutar de él, solo tenemos que estar dispuestos a jugar con sus innumerables cualidades. Para comenzar puedes modular la presión de tus caricias o utilizar los labios para acariciar, otra opción que podrías usar es la respiración contra el cuerpo del otro. Puedes experimentar con diversas texturas como el suave roce de una pluma o la delicadeza de la seda; así como con distintas temperaturas, quizá realizar caricias en la piel con el frío hielo o endulzar la escena con un poco de chocolate tibio, también puedes hacer uso de algún elemento externo como una venda para los ojos, ya que al tapar el sentido de la vista, se potencian los demás.
Las combinaciones para estimular nuestras zonas erógenas son infinitas, sólo se trata de tener ganas de disfrutar, crear un buen ambiente y sacar a relucir nuestro lado más erótico.
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