Ante nuestras experiencias diarias solemos responder bajo un sistema de opuestos. Pensamos ¿esto es bueno o es malo para mí? ¿Lo que ha ocurrido es o no mi responsabilidad? Por norma general, pocas veces tenemos en cuenta los puntos intermedios. Esta dicotomía se acentúa frente a los acontecimientos que nos disgustan, especialmente en pareja cuando algo no sale como esperábamos. Con respecto a las disfunciones sexuales ocurre del mismo modo.

Los problemas de parejas son responsabilidad de los dos

Pongamos algunos ejemplos de pensamientos erróneos: “si no tiene un orgasmo es que tiene un problema”, “no quiere mantener relaciones sexuales porque ya no siente deseo”, “su erección no se mantiene porque no se excita lo suficiente”… La lista sería interminable y todas las afirmaciones tendrían un factor común: el problema del otro es responsabilidad exclusiva del otro, pero ¿verdaderamente es así? Pues NO, todo lo que ocurre en pareja es responsabilidad de los dos; todo lo bueno tiene dos responsables, todo lo malo también. Sin embargo, en ocasiones no somos muy conscientes de la influencia que ejercemos sobre nuestra pareja. Sin quererlo, existen ocasiones en las que están presentes nuestras falsas interpretaciones y, aun teniendo la mejor intención del mundo, provocamos que la situación se vuelva más tensa y complicada.

Las disfunciones sexuales

Las disfunciones sexuales son problemas que la persona padece en la consecución del placer en función de la fase en la que se produce o de si están asociadas al dolor. Pueden darse dificultades en los ciclos de deseo, excitación, orgasmo e insatisfacción.

Aunque exista una posible causa inicial orgánica el hecho de tener un problema sexual suele desajustar emocional y psicológicamente a quien lo padece, provocando una pérdida de la autoestima y de la confianza que puede desembocar en problemas con la pareja.

Lo importante no es padecer una disfunción sino saber resolverla en compañía, de forma conjunta, apoyándonos mutuamente, sin responsabilizar al otro o culpabilizarnos a nosotros mismos por padecerla. La implicación de la pareja, la actitud que adopte, es crucial para el éxito del tratamiento. No importa quién refleje el síntoma, el problema les concierne a los dos.

La importancia del apoyo de la pareja en la terapia sexual

La mejor manera de tratar las disfunciones sexuales es a nivel de pareja, afrontar la situación de manera abierta y sincera. En general, las personas sienten alivio cuando sus parejas sacan el tema a la luz y quieren hablar de ello abiertamente. Si existe una comunicación abierta ambos tendrán la oportunidad de compartir sus sentimientos y aclarar cualquier malentendido. Es un problema que pueden tratar juntos.

Es clave compartir con la pareja todas las fases del proceso. La pareja debe involucrarse por completo, ya que lo que está en juego es recuperar, no sólo la salud sexual sino la vida sexual de ambos. Es ahí donde radica la importancia del apoyo de la pareja a la hora de tratar un problema sexual.

Al buscar juntos una solución, se generará un sentimiento de unión muy importante para superar los momentos difíciles que pueden presentarse en un futuro.

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