Cada persona comprende un universo único y peculiar, con sus propias necesidades y potencialidades. Es decir, todos somos diferentes, con características e idiosincrasias distintas, lo cual nos hace especiales. Por ello, es fundamental que, desde muy pequeños, propiciemos en nuestros hijos el desarrollo de su individualidad, haciéndoles ver que no hay otro igual a ellos y es esa cualidad la que los hace increíbles.
Reconocer y respetar la individualidad de nuestros hijos es una de las tareas principales en su crianza, pues ello, implica darle valor a sus gustos y preferencias, creer en sus potencialidades y talentos, y confiar en su capacidad para desarrollarse como persona. Si insistimos en que nuestro hijo haga algo que no quiere, el mensaje que recibirá es que no nos gusta como es él, afectando su autoestima y la imagen de sí mismo. Es así como, es importante nuestra guía en su desarrollo, pero respetando al máximo la esencia de cada uno de ellos.
El papel de los padres en el proceso
Nuestro papel como padres es ser guías de nuestros hijos, enseñándoles a hacer las cosas, a confiar en sus capacidades y en su modo particular de realizarlas, orientándolos a que gradualmente vayan alcanzando nuevos retos y objetivos. Así, el niño irá resolviendo etapas por sí mismo, acompañado del apoyo del adulto que le transmite seguridad y tranquilidad en el proceso, es decir, debemos permitir el desarrollo particular de nuestro niño, proporcionándole las posibilidades externas que den respuesta a sus necesidades internas de desarrollo, sin querer controlar este proceso desde afuera.
Fomentar ello en nuestros hijos, permitirá la formación de la autonomía, la iniciativa, la capacidad para la toma de decisiones, el desarrollo de la voluntad y el esfuerzo, el respeto por los demás y por sí mismo, pues cuando los niños aprendan a aceptar la individualidad dentro de la familia, serán capaces de aceptarlo fuera del hogar. Logrando disfrutar de las otras personas, aunque sean diferentes a ellos.
Sin embargo, a pesar de sus buenas intenciones, muchos padres en lugar de ayudar y dirigir este proceso terminan haciendo todo lo contrario, generando dificultades en el niño y en el adulto futuro. Los padres suelen equivocarse realizando acciones, tales como:
Resolverles las tareas.
Buscan que hagan perfecto sus actividades académicas, lo cual trae como consecuencia que el niño no aprenda a equivocarse y no desarrolle la capacidad de superación para afrontar situaciones problemáticas en el futuro.
Exigir que sigan el ritmo del padre.
Pretenden que los niños hagan las cosas como ellos lo harían, por lo que terminan resolviéndoselo o recriminándoles sus actuaciones. Al no enseñarles a tomar decisiones por sí mismos para auto-observarse e ir conociéndose, acabarán necesitando personas de referencia que decidan por ellos.
No reforzarles sus pequeños logros o regañarlos cuando cometen errores.
Al hacer ello, estarán dañando el auto-concepto del niño y la valoración de sus posibilidades.
Querer resolver todo por ellos para que no sufran, ni padres ni hijos.
Al no mostrarles la importancia del esfuerzo, la paciencia y la tolerancia a sus frustraciones, formaran niños insatisfechos e incapaces de valorar los aspectos positivos de las cosas.
Estrategias para propiciar la individualidad de nuestros hijos:
- Dejarlos elegir, sea la ropa que desean usar, la decoración de sus útiles, el orden de su habitación, las actividades que desea hacer (siempre y cuando estén reguladas por nosotros y no sean peligrosas para ellos), etc.
- Permitirles equivocarse y que sean ellos mismos los que analicen qué pudo haber salido mal, evaluando sus opciones para mejorar y tomando la decisión más apropiada para lograrlo.
- Dejarlos pasar tiempo a solas, sea por diversión o por sus obligaciones; así aprenderán a disfrutar de su aislamiento, lo cual es importante porque estando solos es el único momento en el que aprendemos a conocernos.
- Fomentar su autonomía, dejándolos satisfacer por sí mismos sus propias necesidades, pues es la única manera que les permitirá sentirse seguros y confiar en sus capacidades.
- Incrementar momentos de creatividad e ingenio, permitiéndoles experimentar formas diferentes, personales y únicas de hacer las cosas, así aprenderán a desarrollar sus propios intereses.
- Premiarlos por su esfuerzo, así desarrollaran motivación por alcanzar sus propias metas.
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