El ser humano como tal es un individuo perfectible; es decir, que puede cometer errores y aprender de ellos. La paternidad o maternidad probablemente es la etapa en la que podemos cometer un mayor número de errores, pues como se dice coloquialmente nadie nos enseña a ser padres, lo que nos obliga a aprender en el camino. Es común que muchos de los errores que cometemos no sean identificables a simple vista, e incluso llegamos a pensar que hacemos lo mejor para nuestros hijos. En ocasiones podemos justificar nuestro estilo de crianza con la típica frase “a mí me criaron igual” lo que dificulta que podamos identificar si estamos cometiendo algún tipo de error.

La forma en que criamos a nuestros hijos es muy importante, pues va a influir en el desarrollo de su personalidad, autoestima, autonomía, etc. Además, se relaciona con el desarrollo de sus capacidades, su modo de afrontamiento al estrés, la resolución de conflictos, la forma que se relaciona con los demás y la manera en el que se desenvuelva con su medio. Una crianza adecuada reduce los factores de riesgo que puedan propiciar la presentación de algún problema psicológico, mientras que una crianza inadecuada incrementa su prevalencia.

¿Cuáles son los errores más comunes en la crianza de los niños?

  • No dejar que pierdan cuando jugamos con ellos: a veces por el temor de dañar la autoestima de nuestro niño dejamos que gane en todo y le brindamos siempre más de lo que pide, cuando esto ocurre puede ser que los estemos acostumbrando a exigir aquello que desea en lugar de hacer méritos propios por conseguirlo. Además, privamos al niño de pequeñas dosis de frustración, al hacer esto lo estamos limitando de la oportunidad de aprender a manejar el estrés y sus emociones.
  • Ser demasiado rígidos: probablemente ha escuchado la frase “todo en exceso es dañino”, pues esto es aplicable también en la crianza de nuestros hijos. En ocasiones con el afán de que nos obedezcan abusamos de nuestra autoridad, nos volvemos rígidos y nos olvidamos de la opinión de nuestros niños eliminando toda posibilidad de llegar a un acuerdo a través del dialogo; cuando esto ocurre es probable que el pequeño desarrolle problemas de inseguridad, baja autoestima, falta de confianza, dificultades para tomar decisiones, etc.
  • Ser demasiado permisivos: al igual que en el caso contrario, abusar de la permisividad y ceder ante todas las exigencias del niño para evitar el llanto y las pataletas, puede generar en él problemas a futuro como, por ejemplo, dependencia emocional, baja tolerancia a la frustración, etc.
  • No dejar que jueguen: ya sea para evitar que se ensucie o por priorizar que realice sus tareas, solemos privar al niño de sus horas de juego, esto lo priva de muchas cosas, pues el juego es el medio por el cual aprende de la realidad, va adquiriendo conceptos de normas, desarrollan sus habilidades sociales, etc.
  • No darles autonomía y libertad: el quitarles la posibilidad de elegir hacer las cosas a su modo y de manera individual para evitar que se equivoquen, puede resultar perjudicial para los niños, pues se le priva de la oportunidad de desarrollar su autonomía y la capacidad de toma de decisiones, lo que puede generar problemas de inseguridad, dependencia, sentimientos de minusvalía e incapacidad, etc.
  • No reconocer los aciertos y si los errores: Es común que los errores generen mayores comentarios que los aciertos, pues ante una equivocación casi inmediatamente surge una conducta de corrección o llamada de atención, lo que resalta que el niño se equivocó; sin embargo, cuando hace algo bien esto suele pasar desapercibido. Esto puede producir que el número de errores se incremente y que el de aciertos decrezca, por tratarse de una conducta poco reforzada.
  • Discutir delante del niño: como padres es esperable que presentemos algunas discrepancias y discusiones con respecto algún tema. Cuando estas peleas ocurren, en algunos casos, los hijos son espectadores de primera fila y pueden llegar a experimentar ansiedad, miedo, problema de identificación familiar, etc.
  • Desautorizar al otro responsable de la crianza: Si los dos progenitores transmiten un mensaje diferente, el niño no sabrá qué hacer, generándose un estado de confusión y una probable desvalorización de la autoridad de uno de los padres.

Consejos para mejorar la crianza

  1. Llegar a un acuerdo entre los cuidadores del niño, con respecto a la forma de corregir y responder a sus necesidades básicas, emocionales, materiales, etc.
  2. Brindar pequeñas dosis de frustración y soporte para estimular el desarrollo del control emocional.
  3. Enseñar con el ejemplo, así, si deseamos que nuestro hijo no mienta, como padres debemos actuar con la mayor honestidad.
  4. Hay que felicitar el esfuerzo y alentar a mejorar, antes que señalar un error.
  5. Evitar realizar comparaciones entre hermanos, y mantener un comportamiento igualitario.
  6. Deja que se equivoque y alentarlo a corregir su error.
  7. Dejar que el niño participe en el establecimiento de reglas y acuerdos familiares.
  8. En los casos donde los padres encuentren «imposible» manejar la situación por ellos mismos, se puede recurrir al apoyo profesional.

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