Sabemos que lo que nos pasa no siempre es fácil decirlo con palabras, muchas veces no entendemos de dónde proviene nuestro malestar o qué es exactamente lo que experimentamos. Y si para nosotros los adultos no es fácil, los niños no son la excepción.

Es por esto por lo que, cuando se busca precisar las dimensiones de un malestar en salud mental, la evaluación psicológica toma gran importancia.

La evaluación psicológica comprende un conjunto de métodos que practican los psicólogos para poder precisar las dimensiones de una problemática, identificando elementos que pudieran originar, mantener o agudizar la situación actual de la persona y así establecer objetivos de tratamiento y recomendaciones para los involucrados.

Hay diversos tipos de evaluación psicológica, y en niños, una de las más frecuentes suele ser la evaluación intelectual. Por lo tanto, te invitamos a leer el siguiente artículo para ayudarte a comprender en qué consiste esta evaluación y por qué podría ser tan importante en algunos casos.

¿Qué es la inteligencia?

A lo largo del tiempo, numerosos teóricos han propuesto su definición de inteligencia, de hecho, muchos no conciben una sola inteligencia sino la existencia de múltiples inteligencias. Sin embargo, en general todas estas definiciones hacen alusión a lo siguiente:

  • La inteligencia comprende un conjunto de habilidades y capacidades cognitivas.
  • Permite la adaptación al ambiente físico y social.
  • Varía de un individuo a otro, en un gradiente, por lo que se puede ser más o menos inteligente, pero nunca sin inteligencia.
  • Es producto de la interacción entre factores genéticos y la experiencia obtenida del ambiente.

¿La inteligencia puede desarrollarse?

Si. De no haber un problema neurológico de base (por ej. daños en las estructuras cerebrales), se espera que a través de la estimulación el individuo pueda desarrollar estas habilidades.

Sin embargo, es importante tomar en cuenta lo siguiente: el cerebro es como una plastilina, al pasar el tiempo ésta se va endureciendo y aún más rápido si no se le da uso, haciéndose menos moldeable. En el caso de la inteligencia, se espera que ésta vaya evolucionando a lo largo de la infancia y adolescencia, alcanzando su punto máximo aproximadamente a los 15 años, estabilizándose por un tiempo, y luego comienza el declive de estas habilidades en edades tardías.

¿Cuándo es importante evaluar la inteligencia en niños?

  • Cuando se aprecia que el rendimiento del niño se encuentra por encima (por ej. superdotados) o por debajo de lo esperado para un niño de su edad.
  • En casos de bajo rendimiento académico o disminución de este al pasar de un grado a otro.
  • Cuando se aprecian dificultades en el proceso de aprendizaje.
  • Cuando se observa que el niño se distrae constantemente y tiene problemas para concentrarse.
  • En casos de niños que hayan sufrido algún traumatismo cerebral.
  • En niños con alteraciones en su desarrollo.

¿Cómo se evalúa la inteligencia?

La inteligencia se puede evaluar de diversas formas, y cada una corresponde a una estimación de estas capacidades. Sin embargo, aunque se pueden encontrar muchas formas de evaluar la inteligencia, como algunos cuestionarios por internet, las únicas medidas válidas y confiables son aquellas diseñadas por los psicólogos, quienes hacen numerosos estudios para asegurar que las medidas cumplan con los estándares necesarios para que las mismas reflejen lo que se pretende medir, y que, sin importar el evaluador, siempre evidencien los mismos resultados.

Hay numerosas pruebas psicológicas diseñadas para evaluar la inteligencia, entre ellas las Escalas de Inteligencia de Wechsler (WISC y WIPPSI) y el Standford Binet.

Por medio de estas pruebas, se le pide al evaluado que resuelva distintos tipos de actividades, de tal manera de observar su desempeño frente a diferentes estímulos (verbales y visuales) y diferentes formas de respuesta (actividades manuales, actividades verbales, entre otras). Se busca medir las capacidades que posee la persona con o sin la ayuda de conocimientos obtenidos previamente.

Este desempeño se mide a través de un puntaje, que resulta de comparar el rendimiento que obtuvo la persona y lo que se espera para una persona de esa edad.

Las pruebas miden diversos procesos cognitivos, entre ellos la atención y concentración, razonamiento verbal, razonamiento visoespacial, memoria, razonamiento lógico – abstracto, entre otros.

¿Qué son la edad mental y la edad cronológica?

La edad cronológica corresponde a la edad de la persona calculada a partir de su fecha de nacimiento.

La edad mental es la edad resultante de las pruebas psicológicas, al comparar el rendimiento del individuo con el de un individuo típico de su edad.

¿Qué es el Coeficiente Intelectual?

Es el puntaje que arrojan las pruebas de inteligencia. Dicho coeficiente resulta de dividir la edad mental dividida entre su edad cronológica y multiplicada por 100.

Este puntaje nos permite ubicar a las personas en categorías en función a su nivel intelectual. Se espera que un puntaje entre 85 y 115 se encuentra dentro de lo esperado para la edad, correspondiendo a la categoría “promedio”.

¿Este coeficiente siempre refleja la capacidad real del individuo?

Como todo, no hay medidas exactas, los puntajes corresponden a estimaciones.

Además, hay otras variables que durante el proceso de evaluación pueden interferir en los resultados, desde factores que tienen que ver con el estado de salud física del individuo (gripe, fatiga, malestar), factores ambientales (luz, ruidos), hasta elementos emocionales como lo son el estrés o la ansiedad que de alguna manera pueden hacer que el evaluado no logre mostrar la totalidad de sus capacidades en un momento dado.

Así mismo, si bien las pruebas buscan evaluar las capacidades más innatas del individuo (por ej. cómo resuelve actividades sin tener conocimientos previos), no se puede excluir a totalidad elementos asociados al aprendizaje por medio de la experiencia y escolaridad, por lo que es posible que una persona obtenga puntajes bajos no por no tener un nivel adecuado en su inteligencia, sino por haber carecido de un ambiente lo suficientemente estimulador durante su escolaridad.

Es por esto que el evaluador procurará aplicar las pruebas tomando en cuenta la influencia de estas variables y procurando que la evaluación se lleve a cabo cuando el individuo se muestre en condiciones óptimas.

¿De qué sirve conocer estos resultados?

  • Nos permite conocer qué procesos cognitivos estimular en el niño, determinando objetivos de intervención.
  • Orienta a los maestros a adecuar sus estrategias de enseñanza de tal forma que vayan acorde con las fortalezas cognitivas del niño.
  • Permite determinar la necesidad de cambio de institución escolar de un régimen regular a un régimen de educación especial o bajo modalidad de inclusión.
  • Los resultados sirven de insumo para establecer un diagnóstico clínico, como lo puede ser la presencia de discapacidad intelectual, superdotación intelectual, u otros trastornos del neurodesarrollo.

¿Cuáles pueden ser las desventajas si no se les da un uso adecuado a estos resultados?

  • Si bien el conocer estos resultados muchas veces ayuda a comprender mejor la situación del niño, el uso de etiquetas diagnósticas o hacer visible las debilidades puede generar en sus allegados y al mismo niño una sensación de limitación, y esto podría mantenerse por medio de una profecía “autorrealizada”.
  • Así mismo, el otorgarle demasiada importancia a la inteligencia de un niño puede hacerlo sentir como que lo único importante es si se es o no inteligente. Si se le hace sentir poco inteligente, esto iría en detrimento de su autoestima y autonomía. Así mismo, si los padres por el contrario de jactan demasiado de su inteligencia, el niño podría sentir angustia al tratar de mantener su rol de “genio”, manteniéndose la sensación de nunca ser suficiente o temiendo a equivocarse.

Comentarios finales

Precisar las funciones cognitivas de un niño puede ayudarnos a comprender su situación actual, qué fortalezas incentivar y qué áreas son necesarias estimular para lograr que el niño se desenvuelva acorde a lo esperado a un niño de su edad en la cotidianidad.

Sin embargo, tan solo el hecho de “ser inteligentes” no garantiza la felicidad o adaptación en un niño, por lo que es importante valorar además otros aspectos como lo pueden ser sus habilidades sociales o emocionales, percibiendo al niño en su globalidad.

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