Durante mucho tiempo, el concepto de salud en las personas se basó exclusivamente en el bienestar físico, haciendo hincapié en la idea de la salud como “la falta de enfermedad”. Sin embargo, en el año 1947, la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió a la salud como “un estado de completo bienestar, físico, mental y social”. Al referirnos al bienestar mental, nos enfocamos en la salud emocional, la cual incluye una percepción favorable de uno mismo, así como la capacidad de mantener relaciones positivas con el entorno. De esta forma, una persona con una adecuada salud emocional cuenta con la seguridad suficiente para plantearse objetivos y enfrentar adversidades, gestionando las emociones que se presenten de manera asertiva. De cara a lograr las metas propuestas, una herramienta muy valiosa que se encargará de impulsar y poner en acción los planes y anhelos que podamos tener es la disciplina, la cual sería beneficioso que fuera inculcada desde la niñez.
Podemos definir la disciplina como un conjunto de actitudes, reglas y normas cuyo cumplimiento de manera constante conlleva a un resultado determinado. Dicho esto, a continuación presentamos algunos beneficios de la disciplina en la salud emocional de los niños:
Se crean hábitos
Generar costumbres puede ser una tarea tediosa en un inicio, no obstante, según un estudio realizado por el University College de Londres, se identificó que, si repetimos una actividad diariamente durante aproximadamente 66 días, es muy probable que adquiramos un hábito que puede mantenerse durante años.
Se adquieren habilidades
Ya que la disciplina implica constancia al actuar, esto llevará al desarrollo y perfección de habilidades, las cuales serán útiles tanto para la consecución de las metas propuestas como para otras futuras situaciones.
Se logran objetivos
Para ello es importante establecer metas, así como proponer plazos para llegar a ellas. El logro de los objetivos generará un aumento en la perseverancia del niño, por lo que, al conseguir resultados positivos, lo más probable es que decidan ser también disciplinados en otras tareas y áreas de su vida.
Refuerza la autoestima
La confianza de los niños en sí mismos y sus habilidades aumentará al comprobar que son capaces de conseguir los objetivos que se planteen, así estos parezcan lejanos en un inicio.
Aumenta la responsabilidad y la independencia
La disciplina ayuda a entender que las decisiones y acciones tienen resultados, esto incita a actuar con motivación y libertad, pero respetando ciertos límites al conocer las posibles repercusiones de sus acciones, tanto en ellos mismos como en otras personas.
Cabe nombrar que existen distintos tipos de disciplina que son transmitidos por los padres, siendo algunos de estos más saludables y efectivos que otros. En cuanto a los métodos menos apropiados para la salud emocional de los niños, se encuentra la afirmación de poder, en la cual se recurre a amenazas o al uso de la fuerza física para ejercer un control. Otro método poco recomendado es la retirada del amor, que se ejerce mediante la desaprobación, el enojo, el aislamiento y las amenazas de abandono. Por el contrario, una disciplina positiva se logra mediante una actitud calmada del adulto, explicando al niño las razones por las cuales un comportamiento es correcto o no, incluyendo las consecuencias del comportamiento en sí mismo y en otros. Además, es recomendable sugerir otras posibilidades de actuación, así como posibilidades de reparación de la acción inadecuada y formas de disculpa. Recordemos que no existen niños malos, sino malos comportamientos.
Finalmente, se dice que todo en exceso es dañino, en el caso de la disciplina, un exceso de esta podría volvernos personas rígidas, dificultando así la flexibilidad necesaria para adaptarnos a situaciones cambiantes, así como disminuyendo la espontaneidad al actuar y al relacionarnos. Lo ideal es llegar a un estilo de disciplina moderado que nos incite a poner en acción nuestros esfuerzos para lograr los planes e ideas que nos motivan.
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