La depresión crónica, también conocida como trastorno depresivo persistente, es una condición de salud mental que se caracteriza por un estado de ánimo deprimido persistente y otros síntomas de depresión que duran al menos dos años. Más allá del impacto emocional y psicológico, la depresión crónica puede tener efectos significativos en la salud orgánica del individuo. Este artículo explora cómo esta enfermedad afecta a diferentes sistemas del cuerpo.

 

Sistema Nervioso Central

La depresión crónica altera la química cerebral, especialmente en áreas como el hipocampo, la amígdala y la corteza prefrontal, que están involucradas en la regulación del estado de ánimo, la memoria y el pensamiento. La serotonina, la dopamina y la norepinefrina son neurotransmisores clave que se ven afectados, lo que contribuye a los síntomas depresivos. Estudios han demostrado que las personas con depresión crónica pueden tener una reducción en el volumen del hipocampo, lo cual está asociado con problemas de memoria y dificultades cognitivas.

Sistema Endocrino

El eje hipotálamo-pituitario-adrenal (HPA) juega un papel crucial en la respuesta al estrés. En la depresión crónica, este eje puede estar hiperactivo, lo que resulta en niveles elevados de cortisol, la hormona del estrés. El exceso de cortisol tiene múltiples efectos negativos en el cuerpo, incluyendo la reducción de la capacidad del sistema inmunológico para combatir infecciones y el aumento de la grasa abdominal, que está asociada con un mayor riesgo de enfermedades metabólicas y cardiovasculares.

Sistema Cardiovascular

La depresión crónica se asocia con un aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares. Las personas con esta condición tienen una mayor probabilidad de desarrollar hipertensión, enfermedades coronarias y sufrir ataques cardíacos. Esto se debe en parte a la inflamación crónica y el estrés oxidativo que resultan de los niveles elevados de cortisol, así como a los comportamientos poco saludables comunes en personas deprimidas, como el tabaquismo, la falta de ejercicio y la mala alimentación.

Sistema Inmunológico

La depresión crónica puede debilitar el sistema inmunológico, lo que hace a los individuos más susceptibles a infecciones y enfermedades. La inflamación crónica, que es común en personas con depresión, también puede contribuir a la aparición de enfermedades autoinmunes y aumentar el riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2.

Sistema Digestivo

El tracto gastrointestinal está íntimamente relacionado con el cerebro a través del eje intestino-cerebro. La depresión crónica puede alterar la flora intestinal, lo que a su vez puede afectar negativamente el estado de ánimo y la salud general. Problemas digestivos como el síndrome del intestino irritable (SII) son más comunes en personas con depresión crónica, lo que sugiere una relación bidireccional entre la salud mental y la salud digestiva.

Sistema Musculoesquelético

La depresión crónica también está relacionada con dolores físicos, incluyendo dolores musculares y articulares. La fatiga y la disminución de la actividad física, que son comunes en la depresión, pueden llevar a una pérdida de masa muscular y fuerza, así como a problemas posturales y de movilidad.

Conclusión

La depresión crónica no solo afecta la salud mental y emocional, sino que también tiene profundos efectos orgánicos que pueden impactar significativamente la calidad de vida. Es crucial abordar esta condición de manera integral, combinando tratamientos médicos, terapias psicológicas y cambios en el estilo de vida para mitigar sus efectos tanto en la mente como en el cuerpo. Reconocer y tratar estos síntomas es fundamental para mejorar la salud general y el bienestar de las personas que padecen depresión crónica.

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