Ante la sospecha de que un niño tenga TDAH, el primer paso a dar y el más importante, es acudir a un especialista para realizar una evaluación adecuada, ya que muchas veces suele confundirse este diagnóstico, relacionándolo con niños inquietos o con carencia de límites y normas adecuadas. En caso de tener un diagnóstico establecido, es fundamental que se eviten el uso de etiquetas o calificativos que describan al niño como un problema que no se puede manejar. Es decir, el diagnóstico nos sirve de guía para la intervención, sin embargo, esto no significa que el niño no tenga capacidades y habilidades por desarrollar debido al trastorno. También se debe tener en cuenta que, en estos casos la medicación puede ayudar, pero no es lo único que se puede hacer por el pequeño.
¿Cómo repercute en el niño?
Es probable que su autoeficacia y autoestima se vean disminuida, y esto puede traer distintas dificultades a largo plazo, como mostrarse desobediente o incluso desafiante con las figuras de autoridad, ya que, si “todo lo hace mal”, para qué intentar portarse bien, también puede presentar problemas para relacionarse con sus compañeros de escuela o amigos del barrio.
¿Qué se puede hacer?
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Comprensión y empatía: Evitar enojarse cuando el niño olvida algo. En estos casos el lenguaje es muy importante y no se deben usar frases como: “Te olvidas porque quieres”, “No te esfuerzas”, por el contrario, hay que ser pacientes y recordarle, las veces que sean necesarias, las normas o actividades que debe hacer.
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Desarrollar su autonomía y responsabilidad: Dejar que el propio niño busque una solución. Si olvidó apuntar una tarea, permitirle llamar a un compañero para preguntársela y no hacerle sentir culpable constantemente.
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Establecer normas: Tienen que ser claras y concisas, además es importante asegurarnos que están prestándonos atención a la hora que se las comunicamos, para ello debemos mirarlos a la cara, dirigiéndonos directamente al niño cada vez que le hablamos.
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Consecuencias educativas: Así como se establecen consecuencias negativas ante conductas inadecuadas, también es importante premiar cuando el niño realice una conducta positiva, de lo contrario, el niño podría llegar a creer que haga lo que haga, todo lo va a hacer mal.
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Ser una guía para su conducta: Es importante darle pautas detalladas sobre cómo actuar, pero el aprendizaje será mucho más significativo si servimos como modelo, por ejemplo: Si olvida constantemente las cosas que debe llevar al colegio, sería optimo revisar la mochila antes de salir, durante este proceso ir verbalizando los objetos que se deben llevar y junto al pequeño ir verificando si están guardados; del mismo modo, ir revisando las tareas, de manera que, con el tiempo él pueda realizar esta conducta sin nuestra ayuda.
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Aprovechar su energía e imaginación: Los niños con TDAH tienen gran vitalidad, entusiasmo y pasión por las cosas que le gustan, lo que les permite tener una gran capacidad de trabajo cuando éste les resulta gratificante y motivador. Además, mediante el juego se puede contribuir a mejorar su concentración, a través de actividades como pupiletras, rompecabezas, encontrar la pareja de ciertas imágenes, etc.
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Seguir un horario: El llevar un horario ayuda considerablemente a evitar distracciones, por ello, es importante que el niño entienda que hay momentos en los que puede descansar y otros en los que debe mantener la concentración.
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Enseñarle a que se focalice en lo que está pensando: Realizar preguntas como ¿Qué has hecho en todo el día?, ¿Qué te ha gustado más?, ¿En qué estás pensando ahora?, ayudará a que preste atención y se centre en las distintas actividades que va realizando.
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Ayudarle con las relaciones con sus amigos: Es importante observar su interacción y comportamiento con otros niños, pues ello, permitirá reforzar sus aciertos y señalar dónde están sus fallos, para que pueda mejorarlos. Por ejemplo: Si ha agredido o pegado a otro niño, primero hay que interesarse por el estado del niño agredido, luego hacer que se disculpe y finalmente explicarle que lo que ha hecho no es correcto.
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Demostrarle que cualquier persona comete errores y busca soluciones para resolverlos: Hacerle ver que los padres también tenemos problemas y enseñarle qué es lo que hacemos para mejorar las cosas como, por ejemplo, buscar la calma, seguir autoinstrucciones en voz alta, pensar en posibles soluciones y disfrutar cuando las cosas salen bien.
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