Según la Organización Mundial de la Salud, la adicción es una enfermedad física y psicoemocional que crea una dependencia o necesidad hacia una sustancia, actividad o relación. Se caracteriza por un conjunto de signos y síntomas, en los que se involucran factores biológicos, genéticos, psicológicos y sociales.

Es innegable que las adicciones son un problema real en la sociedad, que acarrea consecuencias tanto personales como sociales, llegando a poner en dificultad aspectos emocionales, físicos, académicos, laborales, familiares, entre otros. Así pues, no es extraño que una adicción pueda traer como consecuencias el deterioro de la salud, inestabilidad emocional, despidos, dificultades en las relaciones interpersonales, rupturas amorosas, entre otros efectos secundarios.

Concepción usual de la adicción:

Las adicciones han estado presentes en nuestra sociedad de manera constante, sin embargo, ha cambiado la forma en cómo la entendemos. Comúnmente, si preguntáramos: ¿Qué causa la adicción a una droga, como por ejemplo la heroína? La respuesta usual sería: El consumo recurrente de heroína causa la adicción a la heroína. Hay quienes dicen que el consumo continuo por 20 días es suficiente para generar una adicción en la cual se presenten conductas obsesivas por conseguir la sustancia. No obstante, si pensamos en algunos casos distintos, podríamos cuestionarnos la forma de entender las adicciones. Por ejemplo, cuando una persona internada en un hospital requiere de una operación importante, se le suele administrar anestesia utilizando morfina, incluso por varias semanas o meses. La morfina es un componente muy similar a la heroína; sin embargo, al salir del hospital, los pacientes operados por una pierna o cadera rota no tienden a buscar compulsivamente más dosis de morfina ni a iniciarse en el mundo de las drogas ilegales, sino que suelen volver a su vida cotidiana.

Se suele considerar la recuperación de la adicción como un problema individual, en el cual la sociedad se aleja de los adictos, aislándolos, dificultándoles conseguir trabajos, e incluso enviándolos a la cárcel, que vienen a ser jaulas literales, lo que vuelve más difícil que la persona con una adicción pueda volver a encontrar una conexión que lo ayude a recuperar su vida.

Los experimentos usuales realizados para estudiar la adicción han considerado casi exclusivamente los factores químicos de este fenómeno, tratándose de ratones en una jaula con dos recipientes, uno con agua pura y otro con agua con una droga química (principalmente heroína o cocaína). Los resultados de los experimentos en estas condiciones suelen mostrar que los ratones, en su gran mayoría, eligen consumir el agua con drogas, obsesionándose y llegando a sufrir de sobredosis mortales.

Una perspectiva distinta:

El psicólogo Bruce Alexander se cuestionó la perspectiva usual de la adicción y la metodología para estudiarla, por lo que ideó y llevo a cabo un experimento diferente: En lugar de llevar a cabo el experimento de los dos recipientes (agua pura vs agua con droga) en una jaula de laboratorio común, construyó lo que podría ser llamado un “paraíso de ratones”, el cual era un ambiente de mucha mayor amplitud, en el cual los ratones podían convivir e interactuar con otros ratones, disponiendo de pelotas, juegos y túneles para entretenerse, así como decoraciones y accesorios que generaban un ambiente más acogedor que una jaula usual. Los resultados fueron sorprendentes: En este experimento, los ratones casi nunca consumían el agua con drogas, ninguno consumió de manera compulsiva y ninguno sufrió de sobredosis.

Esto podría explicar un fenómeno interesante que fue estudiado en los soldados estadounidenses que participaron en la guerra de Vietnam: Alrededor del 20% de ellos presentaban un consumo elevado de heroína durante la guerra, lo cual generó preocupación por la dificultad que podrían tener para dejar las drogas al volver de la guerra; sin embargo, una vez de regreso a sus hogares, el 95% simplemente no consumieron más heroína, sin presentar síntomas de abstinencia ni requerir de rehabilitación. Bajo la teoría usual de la adicción, esto no tendría sentido; pero, bajo la teoría del profesor Alexander, el estar en un entorno de guerra, en condiciones hostiles, con temor a morir y obligado a pelear y matar, sería un equivalente a una jaula, mientras que estar de vuelta en casa en un ambiente agradable con familia y amigos, sería un equivalente al “paraíso de los ratones” para humanos.

Es parte de la naturaleza humana conectar, ya sea con otras personas, como con actividades o entornos que nos motiven y nos ayuden a encontrar un sentido. Si no se encuentran dichas conexiones de un carácter más trascendental, que generan un beneficio a largo plazo, es más probable que se llegue a compensar el vacío con placeres más inmediatos, buscando una satisfacción a corto plazo.

Se suele considerar la recuperación de la adicción como un problema individual, en el cual la sociedad se aleja de los adictos, aislándolos, dificultándoles conseguir trabajos, e incluso enviándolos a la cárcel, que vienen a ser jaulas literales, lo que vuelve más difícil que la persona con una adicción pueda volver a encontrar una conexión que lo ayude a recuperar su vida. Es necesario considerar la recuperación de las adicciones no solo a nivel individual, sino como sociedad.

“Lo contrario a la adicción no es la sobriedad, sino la conexión.” (Johann Hari)

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