Los casos de trastorno de pánico se están presentando con mayor frecuencia en nuestra sociedad actual.

¿Qué es un ataque de pánico?

Comencemos definiéndolo como una enfermedad psicológica en la que la persona afectada sufre repetidos ataques súbitos de terror acompañados de mucha ansiedad, en ausencia de estímulos externos que pueden desencadenarlos. También se le conoce como trastorno de crisis de angustia.

El trastorno de pánico es un trastorno de ansiedad que se caracteriza por episodios inesperados y repetidos de intenso miedo acompañados por síntomas físicos que pueden incluir dolor en el pecho, palpitaciones aceleradas del corazón, falta de aire, mareos, angustia o molestia abdominal.

Estos síntomas aparecen acompañados de cambios significativos en el comportamiento del individuo y de una preocupación continua porque se produzcan nuevos ataques de pánico (por ello se le denomina como miedo al miedo).

Se pueden producir cambios en la vida del individuo que puede conllevar a evitar las situaciones o lugares temidos, a huir de los estímulos fóbicos, a apoyarse excesivamente en personas o en sustancias y a intentar controlar a toda costa las reacciones temidas.

Si se producen cambios importantes de dependencia imperativa de personas y de lugares para que el afectado pueda sentirse seguro, el trastorno desemboca en agorafobia.

¿Cuáles son sus síntomas?

Sus síntomas (según el DSM IV R-Manual de clasificación de trastornos mentales) son:

  • Ataques de pánico, periódicos e inesperados.

  • Al menos uno de los ataques ha sido seguido durante un mes o más, de al menos uno de los siguientes aspectos:

  • Persistente preocupación por tener nuevos ataques.

  • Preocupación por las implicaciones del ataque o por sus consecuencias (por ejemplo: perder el control, sufrir un ataque cardíaco, “volverse loco”…

  • Cambio significativo en el comportamiento en relación con los ataques.

  • La presencia (o ausencia) de agorafobia.

  • Los ataques de pánico no se atribuyen a efectos fisiológicos directos producidos por una sustancia (por ejemplo: consumo de drogas o medicamentos) o a un cuadro médico concreto (por ejemplo, hipertiroidismo).

Los ataques de pánico no se encuadran mejor dentro de otros trastornos como la fobia social (exposición a situaciones sociales temidas), fobias específicas (exposición a una determinada situación fóbica), trastorno obsesivo-compulsivo (por ejemplo: con la exposición a la suciedad de alguien obsesionado con la limpieza o la salud), trastornos de estrés postraumático (por ejemplo: en respuesta a estímulos asociados con un grave estrés) o trastornos de ansiedad por separación (por ejemplo: en respuesta a encontrarse fuera del hogar).

¿Qué puedo hacer si tengo este problema?

Cuando una persona padece este problema se recomienda tratamiento psicoterapéutico y con frecuencia el farmacológico, ya que este último permite un manejo rápido de los síntomas ansiosos facilitando el proceso psicoterapéutico, el cual se encarga de trabajar sobre la raíz del problema con la finalidad de que la probabilidad de aparición de otros episodios disminuya.

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