¿Debo aceptar todo lo que desee hacer la familia de mi pareja para evitar problemas? ¿Debo hacerlo(a) escoger entre su familia o yo desde el comienzo? ¿Me caso con él/ella, me caso con su familia? Estas son algunas de las preguntas más comunes que se hacen las parejas, sobre todo cuando la idea de matrimonio está cada vez más cerca. Es cierto que uno puede elegir a la persona con la que pasará el resto de su vida, pero no a las personas que la acompañan, sin embargo, es de suma importancia conocer por un periodo de tiempo considerable a la pareja y a las personas que forman parte de su círculo más cercano, ya que es probable que tengan que ser tomadas en cuenta a la hora de tomar ciertas decisiones.

¿Es obligatorio elegir?

No es una obligación congeniar o llevarse absolutamente bien con la familia de la pareja, pero es importante llevar por lo menos una relación cordial. Hay que tener en cuenta que existen personas que comienzan una relación de pareja, ya con un historial de conflictos en la familia; si sus miembros están desligados entre sí, es posible que no cause gran malestar en la pareja; si por el contrario, se evidencia un apego excesivo, pueden surgir distintos problemas en la relación de pareja.

Si se diera el caso de que la familia de la pareja es quien pide escoger, o tu pareja te pide que tomes una decisión similar, es recomendable conversar, en primer lugar, con la pareja, conocer cuál es el motivo de estas peticiones y cómo propone manejar cada uno esta situación. Tomemos en cuenta los puntos de vista del otro, la situación difícil por la que se está pasando, y lo difícil o desagradable que es sentirse evaluado constantemente, sobre todo si es por parte de las personas más cercanas a nuestra pareja.

Algunos consejos

Existen parejas que llevan una relación bastante buena con su “familia política”, sin embargo, existen otras en las que, debido a diversos factores, resulta bastante complicado llevar una relación saludable entre los miembros. Estos factores hacen a cada pareja y a cada familia un mundo diferente, presentándose distintas situaciones cuando las familias viven a kilómetros de distancia o cuando deben compartir la misma casa; en cualquiera de los casos, los siguientes consejos pueden ser de gran ayuda:

  • Poner límites. Saber qué es lo que puedes aceptar y lo que no cuando visitas a la familia de tu pareja o ellos van a tu casa. Deja claro desde el principio cuáles son esas barreras infranqueables. Conversar acerca de ello con la pareja, para que él/ella pueda comunicárselo de la mejor manera a su familia.
  • No obligar a elegir. Todos tenemos derecho a mantener nuestros vínculos, por lo que es importante la comunicación y comprensión.
  • Ponerse en el lugar del otro. Esto ayudará a conocer las emociones que presentan ambos miembros de la pareja en estas situaciones, lo que permitirá una mejor toma de decisiones, de manera conjunta.
  • Conversar con la pareja acerca de hasta qué punto se está dispuesto a confraternizar con los parientes políticos.
  • Negociar las estancias en la casa de la familia del otro si estas son complicadas.
  • Evitar un conflicto de lealtades. Conviene reconocer y aclarar la situación precozmente, colocándose en el papel de amigo o colaborador y no en el de rival.
  • Si la situación se vuelve insostenible, es recomendable buscar ayuda profesional, probablemente existan temas de fondo que no se han conversado y que, en muchos casos, requieren una evaluación más profunda de manera individual.

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