Es común que padres y madres se pregunten por qué sus hijos repiten ciertas actitudes, comportamientos o incluso patrones emocionales que han observado en uno de los progenitores. Esta repetición puede generar preocupación, sobre todo cuando se trata de conductas que se desean cambiar o evitar. Entender por qué ocurre este fenómeno es clave para promover un desarrollo emocional más saludable.

La influencia del modelado en la infancia

Desde los primeros años de vida, los niños y niñas aprenden a través de la observación. Este proceso, conocido como aprendizaje por modelado, significa que los adultos significativos, especialmente los padres, son los principales referentes de comportamiento.

Cuando un niño observa cómo su padre o madre reacciona ante el estrés, expresa afecto, resuelve conflictos o se comunica con los demás, está interiorizando esas formas de actuar como una especie de “guía” sobre cómo comportarse en el mundo. Esto ocurre de manera inconsciente y natural.

Repetimos lo que conocemos: patrones familiares

Las conductas que los hijos repiten no solo tienen que ver con lo que ven, sino también con lo que experimentan emocionalmente dentro del entorno familiar. Muchas veces, sin darnos cuenta, se transmiten patrones generacionales, como el miedo al fracaso, la dificultad para expresar emociones o relaciones afectivas basadas en dependencia o control.

Estos patrones se interiorizan como “lo normal”, especialmente si no se ofrece una alternativa emocionalmente más saludable en casa. Por eso, aunque un niño diga “yo no quiero ser como mi papá/mamá”, si no se trabajan conscientemente esos aprendizajes, es muy probable que los repita de adulto.

El rol del vínculo emocional

La relación emocional entre padres e hijos también influye en la repetición de conductas. Si un niño siente una fuerte conexión o lealtad hacia uno de los progenitores, puede asumir inconscientemente que imitarlo es una forma de mantener ese vínculo. Esto ocurre incluso en casos donde el modelo no es positivo, como en situaciones de violencia, abandono emocional o autoritarismo.

¿Qué tipo de conductas suelen repetirse?

Algunos ejemplos comunes incluyen:

  • Formas de comunicar enojo o frustración (gritar, callar, evitar).

  • Reacciones ante el conflicto (huida, sumisión, agresividad).

  • Estilos de crianza (permisividad, rigidez, sobreprotección).

  • Relación con el trabajo, el dinero o el éxito personal.

  • Manejo de afecto o expresión emocional.

La repetición no siempre es negativa; también se pueden replicar conductas saludables, como la empatía, la constancia o el respeto. El problema aparece cuando los comportamientos repetidos son disfuncionales o generan sufrimiento.

    ¿Qué puedo hacer como padre o madre?

    Tomar conciencia de nuestros propios patrones es el primer paso. Observar con honestidad cómo actuamos, qué tipo de lenguaje usamos y cómo resolvemos los desafíos cotidianos nos permite comprender qué estamos modelando en casa. Algunos consejos prácticos:

    • Escucha activa: muestra interés real por lo que tu hijo siente o piensa.

    • Autoreflexión: pregúntate de dónde vienen tus propias reacciones.

    • Coherencia: procura que tus actos estén alineados con lo que dices.

    • Espacios de diálogo: fomenta una comunicación abierta, sin juicios.

    Ser un “buen modelo” no implica ser perfecto, sino auténtico, capaz de reconocer errores y con disposición a crecer emocionalmente.

    ¿Cómo puede ayudarte la psicoterapia?

    La psicoterapia, tanto individual como familiar, es una herramienta valiosa para identificar y transformar patrones que se han aprendido en casa. A través del proceso terapéutico es posible:

    • Tomar conciencia de los comportamientos que se repiten y su origen.

    • Explorar el impacto emocional que estos tienen en la vida de los hijos.

    • Romper ciclos disfuncionales que se han mantenido por generaciones.

    • Aprender nuevas formas de vincularse, más sanas y empáticas.

    En Libera contamos con profesionales especializados en el trabajo con familias, niños y adolescentes. Nuestro enfoque busca no solo aliviar los síntomas, sino transformar las dinámicas familiares desde la raíz.

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