Las constantes visitas a nuestro consultorio de padres angustiados por los problemas emocionales y de conducta de sus hijos (niños y adolescentes), con la esperanza de “cambiar” aquello que consideran que es “malo” en sus retoños y que seguramente debe ser algún tipo de “enfermedad congénita” (él/ella nació así), nos lleva a escribir el siguiente artículo centrándonos en los dos polos nocivos en la crianza de los hijos.

Un estilo inadecuado de vida en los adolescentes y/o adultos puede resultar de los patrones conductuales que siendo infante forma en sus primeros años.

El NIÑO CONSENTIDO

Un niño demasiado consentido es un “lisiado” desde el punto de vista psicológico, dirigido a un estilo de vida mediocre, con dificultad para la madurez y seguridad, siendo un infeliz conformista.

Sucumbir con demasiada frecuencia ante los deseos del niño, lo priva a éste de la valiosa oportunidad de ejercer y desarrollar un sentimiento de superioridad dentro de sí mismo (yo puedo alcanzar con mis esfuerzo mis metas).

Habiendo sido suficientemente privado de uno de los retos que le puede procurar un buen desarrollo, el niño se enfrasca en un estilo de vida que es bueno para nada; resulta ahora de menos valor para sí mismo y de casi ningún valor para el mundo en general. El niño no puede desarrollar un estilo de vida independiente de aquellos que lo cuidan (el rey no es rey si no tiene a quién gobernar).

Cuando un ser humano no tiene nada porqué luchar debido a que todos los problemas le han sido solventados o disminuidos, no puede aprender a sobreponerse ante las dificultades a que se enfrentará posteriormente en la vida.

Estos niños al ser adultos son ególatras exigentes cuyo estilo de vida gira alrededor de la usurpación para lograr una falsa superioridad.

Existen algunas características que presentan los niños mimados:

1. Tiene rabietas a menudo

Un niño mimado tendrá rabietas a menudo, tanto en público como en casa. Las rabietas serán fruto de no haber recibido a menudo un ‘no’ como respuesta, de haber tenido todo solo ‘por no escucharle llorar’. Entonces, el niño aprende que cuantas más rabietas haga más podrá conseguir lo que se le antoje.

2. Nunca está satisfecho

Nunca está satisfecho porque no ha aprendido a ser agradecido con lo que tiene. Los niños mimados a menudo no pueden expresar la satisfacción con lo que tienen. Si ven algo, ellos lo querrán, sea lo que sea. Querrá todo lo que vea porque se habrá acostumbrado a tener cosas para calmarse, pero al no tener un control sobre sus propias emociones y al no regular ni canalizar sus emociones negativas, entonces, no aprenderá a sentirse satisfecho. Esto le causará ansiedad, estrés y mucha inseguridad personal.

3. No querrá colaborar en las tareas domésticas

No querrá colaborar ni siquiera en recoger sus juguetes. A ningún niño le gusta limpiar, pero una vez que han pasado los primeros años de vida, los niños deben estar dispuestos a ayudar con las tareas más pequeñas -que estén acorde a su edad y a su desarrollo evolutivo-, como por ejemplo a recoger los juguetes y poner su ropa y sus zapatos en su lugar. Un niño que se ha acostumbrado a que se lo den todo hecho no verá la necesidad de hacer nada por su cuenta.

4. Intentan controlar a los adultos

Un niño mimado a menudo no se define entre compañeros o adultos, ellos lo que intentan es tener el control en su beneficio de todo lo que les rodea. Por este motivo, intentan controlar a las personas que tienen a su alrededor. Por ejemplo, un niño mimado exigirá el smarphone a su padre o madre y hasta que no se lo dé no parará. O quizá intente dar órdenes a sus padres para que le hagan lo que quiere en el momento que lo quiere.

Si no lo consigue tendrá una rabieta. Un niño mimado es el comienzo de un niño tirano.

5. Avergüenza a sus padres en público

Aunque solo sea por llamar la atención de forma extrema intentará avergonzar a sus padres en público para que le presten la atención que quiere. Un niño mimado puede ir más allá que tan sólo hechos aislados. 

EL NIÑO RECHAZADO

Por otro lado, el niño rechazado sufre de la misma manera durante su desarrollo. La falta de triunfos y los constantes rechazos (de las figuras significativas) lo obliga a tomarse a sí mismo como modelo.

El ensayo y error, producto de su propia dirección, puede ser tan costoso para su lucha por la madurez, que finalmente opta por desertar.

Los éxitos que alcance a lograr no parecen reforzados por los demás, siendo el resultado final un estilo de vida lánguido e indiferente que no proporcionará alegría a sí mismo ni placer a los demás.

El rechazo tiene un impacto sobre su autoestima, creciendo con una imagen negativa de sí mismo, llevándolo a creerse incapaz de alcanzar la madurez y felicidad. La depresión es su fiel compañero en su desarrollo.

Conclusiones:

Estos estilos de crianza polarizados lo único que generan son dificultades para alcanzar un adecuado desarrollo personal y social en nuestros hijos.

Sin embargo, es importante aclarar que este estilo de crianza NO CONDENA A LAS PERSONAS, solo las predispone a los estilos de vida ya mencionados.

Siempre que la persona ELIJA como adultos, puede tener todos los cambios y mejorías en su vida que se proponga. Y en el caso de tener aun a nuestros hijos bajo nuestro cuidado, los padres tenemos la mayor responsabilidad para que se dé el cambio, porque somos modelos de conducta y guías para el desarrollo de estos futuros adultos.

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