Todos nos hemos sentido ofendidos a raíz de algún comentario o acción de otra persona. Así también, es común tener algún familiar o amigo que suele tomarse personales algunos comentarios que no necesariamente tienen una mala intención. Estos escenarios suelen darse en la vida cotidiana, especialmente en la actualidad, ya que las redes sociales y los medios de comunicación permiten que las opiniones lleguen cada vez más lejos.

Si bien todos tenemos derecho a dar nuestro punto de vista, es cierto que debemos respetar a los demás al hacerlo, teniendo en cuenta tanto los contenidos del mensaje que queremos dar, así como las formas de hacerlo. Sin embargo, incluso al no tener la intención de criticar, algunas personas pueden tomarse sumamente personales ciertos comentarios, manteniendo dificultad para reconocer las intenciones de los otros, y reaccionando de distintas formas como atacar de vuelta, victimizarse, ponerse a la defensiva, o criticar al otro por su falta de consideración, como si se tratara de un ataque o una humillación directa, lo cual puede traer mucho malestar para la persona que se siente atacada, así como dificultades en las relaciones sociales en diversas situaciones que podrían ser malinterpretadas.

¿Por qué nos ofendemos ante algunos comentarios?

  • En algunos casos, una opinión o acción puede ofender al asumir que la persona que la generó tiene la intención consciente de afectarnos negativamente, ya sea criticando o faltando el respeto, cuando no necesariamente es así. Un ejemplo de ello podría ser cuando un carro invade nuestro carril al manejar.
  • En otras situaciones, es posible que se pueda relacionar el comentario dado con experiencias o esquemas negativos pasados, sin considerar que se trata de un contexto diferente. Por ejemplo, una persona que ha sido muy criticada a lo largo de su vida por “hablar mucho”, puede sentir molestia ante el hecho de ser considerado como “hablador” en otro contexto, incluso si en este nuevo contexto no hay una crítica al respecto, pudiendo hasta ser considerado como algo positivo por quien lo comentó.
  • Así también, existe la posibilidad de que nos afecte una opinión ajena con gran intensidad, porque podría referirse a algo que no nos gusta de nosotros mismos, por lo que tocaría una fibra sensible que se nos hace difícil de manejar asertivamente.

«Es importante procurar ampliar nuestra perspectiva y no asumir que nuestra interpretación de lo que se dijo o hizo es la realidad innegable.»

¿Qué podemos hacer al respecto?

Solemos buscar responsables del cómo nos sentimos en factores externos, lo cual nos pone en un papel de víctimas de las situaciones, quitándonos responsabilidad de la forma en como nos sentimos; entre líneas podríamos tener un pensamiento de “solo voy a estar bien una vez que las cosas se den como yo creo que son correctas”. Una manera más acertada de actuar sería entender que nuestras emociones no responden directamente a las situaciones que pasamos, sino a lo que nosotros interpretamos de estas. Por ejemplo, imaginemos que, en una relación, el esposo suele dejar su ropa tirada en la habitación que ambos comparten y esto le molesta mucho su pareja, quien es muy ordenada. La esposa podría pensar: “¡Tú me haces molestar!”, cuando es posible que lo que la haga molestar sea el entendimiento de lo que pasa: El ver la ropa tirada por su pareja día tras día, podría llevarla a interpretar que su esposo quiere “pasarle por encima”, percibiendo una falta de respeto y de valoración, cuando tal vez sea más una falta de costumbres propias del esposo, o un orden de prioridades diferentes en cuanto a la organización, lo cual ciertamente sería conveniente de manejar, pero sin asumir que la pareja tiene necesariamente la intención de faltar el respeto, permitiendo esto una discusión más saludable que no termine siendo una pelea.

No podemos elegir la emoción que sentimos ante una situación, pero sí podemos decidir qué hacer con ella: ya sea defendernos, atacar, o cuestionar si la forma en la que interpretamos la situación es la única que hay, la más probable de ser cierta y la manera más funcional de entenderla. Es importante procurar ampliar nuestra perspectiva y no asumir que nuestra interpretación de lo que se dijo o hizo es la realidad innegable.

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