Muchas veces como padres nos enfrentamos a diversas situaciones en donde no llegamos a entendernos con nuestros hijos y terminamos por sentir y creer que no nos obedecen, lo que genera frustración en nosotros y bloqueos para interactuar con ellos o lograr que realicen alguna tarea.

Nuestra labor se torna en una lucha para obtener lo que queremos y batallamos constantemente con el típico “no me hace caso”. Debemos saber que es natural encontrar niños que no obedezcan pues generalmente esto ocurre con el fin de retarnos ya que necesitan descubrir dónde están los límites y para probar que tienen un carácter propio.

En principio debemos saber que enseñar a obedecer no es una tarea sencilla pues requiere paciencia, persistencia y contar con tiempo para hacerlo pues el educar tiene que ver con modular su voluntad (característica que no está muy regulada cuando son pequeños es por ello que los niños requieren todo inmediatamente y en línea con ello, intentan conseguirlo; por ejemplo, unos dulces, ver un programa en la tv, jugar muchas horas), es por ello que los padres deben actuar como modeladores con el fin de que esta voluntad se fortalezca y no se dejen llevar.

Aquí les brindamos algunas recomendaciones que ayudarán a plantear esta labor de una manera informada y con el objetivo de fomentar la obediencia en nuestros hijos:

  • Ejercer nuestra autoridad correctamente y no confundirla con ser autoritario o ser permisivo, pues en el primer caso tendemos a dar órdenes sin tomar en cuenta lo que el niño quiere, somos arbitrarios y nuestro fin máximo es tener la razón, de esta forma solo generaremos hijos faltos de criterio personal y de toma de decisión. En el segundo caso, el ser permisivo se evidencia en dejar al niño hacer lo que quiere, lo que concibe futuros problemas de conducta estando sujeto a los caprichos de los hijos.
  • Dar instrucciones sencillas haciéndolo de una manera empática que nos permita hacer llegar adecuadamente el mensaje; por ejemplo, mirando a los ojos y agachándonos a su nivel (estatura), asegurándonos que entiendan lo que estamos diciendo, lo ideal es solo dar la pauta una vez para no cansarnos en repetirla pues el niño se acostumbra a ello y espera a que se tenga que decir muchas veces para recién obedecer; asimismo, dar órdenes que sean capaces de cumplir según la edad que tengan y si necesitara ayuda pues ofrecérsela considerando su propia autonomía; es decir, no haciendo las cosas por ellos.
  • Las órdenes deben ser entendibles dándolas a conocer de una forma clara, con afecto, pero a la vez exigencia, manifestándolas sin levantar la voz o castigar, de igual forma, trasmitir limites adecuados para que así, sepan que pueden y no pueden hacer, saber porque está bien y porque razón no.
  • Enseñarles a que si no cumplen las órdenes hay una consecuencia; por ejemplo, darles a elegir entre dos opciones, “si no acabas la tarea, no podrás salir al parque a jugar”, el niño no cumple con la instrucción pues entenderá que fue él quien eligió no salir a jugar y no el cuidador quien castiga arbitrariamente.
  • Luego de dar una orden ofrecer una recompensa positiva, algo que a él le agrade y disfrute.
  • Cuando el niño es más pequeño podemos convertir un deber en un placer; es decir, dar una orden y convertirla en un juego; por ejemplo, “que te parece si pintamos este dibujo cantando”.

Recuerda: Es importante considerar que la obediencia no debe estar basada en el temor, miedo o sometimiento, sino en la búsqueda de la tranquilidad fomentando buenos hábitos y rutinas estables, los hijos deben estar enterados del beneficio de obedecer el cual está relacionado con las costumbres y aprender de la experiencia para el futuro.

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