¿Sabías que 7 de cada 10 víctimas de abuso sexual en el Perú son menores de edad? Tan solo para el primer trimestre del 2018 ya se habían reportado 1700 casos de abuso sexual infantil en el Perú, cifra que incluso puede estar infravalorada ya que, como veremos posteriormente, el abuso no siempre se detecta al momento.

Este tema nos genera diversos sentimientos, como miedo, tristeza, enojo, culpa y frustración, y lamentablemente es un tema del que culturalmente no se habla mucho. A modo defensivo, puede que pensemos que no nos pasará o que es algo que pasa muy poco, sin embargo, las cifras dicen lo contrario. Como muchas otras situaciones, el abuso sexual se puede prevenir, por lo que sigue un resumen de los elementos que debemos conocer del abuso sexual infantil.

¿Qué es el abuso sexual infantil?

Es cualquier conducta de tipo sexual que se realice con un menor de edad, con o sin amenaza o uso de la fuerza. No se trata de si es bajo consentimiento o no, en esta población no es posible dar consentimiento, son por definición vulnerables.

Al pensar en el abuso sexual infantil típicamente lo asociamos al acto sexual de penetración. Sin embargo, el abuso sexual infantil incluye una variedad de actos que llevan al detrimento de la salud física y mental del menor:

  • Tocamiento de genitales del niño (a) u otras partes del cuerpo por parte del abusador (a).
  • Incitar al niño (a) a tocar genitales u otras zonas del cuerpo del abusador (a).
  • Penetración vaginal, anal u oral, o intento de ella, ya sea con genitales, otras partes del cuerpo o con objetos por parte del abusador (a).
  • Exponer material pornográfico al menor.
  • Que el abusador (a) exhiba sus genitales al niño (a) o incitar al niño (a) a que muestre su cuerpo.
  • Utilización del menor para elaborar material pornográfico / prostitución del menor.

Fases del abuso sexual infantil

El abuso sexual suele ser un proceso. Por lo general, no es algo que ocurra en un mismo día y solo una vez. Puede ser algo gradual y ocurrir de la siguiente manera:

  1. Fase de seducción: el abusador busca la confianza y promueve la dependencia del menor, a la par que planifica el lugar y momento del abuso. Se incita al menor a que participe en estos actos por medio de regalos o juegos (por ej. “vamos a jugar a ser esposos”, “si me tocas aquí te compraré ese juguete que tanto quieres”).
  2. Fase de interacción sexual abusiva: es un proceso gradual. Ya en este momento se incurre en las conductas enlistadas en el apartado anterior.
  3. Fase de instauración del secreto: para mantener el vínculo abusador – víctima, el abusador por medio de amenazas impone el silencio, inicia así la dinámica del secreto (por ej. “si le dices a tu mamá le haré lo mismo que te estoy haciendo a ti”, “no le digas a tus papás porque imagínate lo que pensarán de ti”).
  4. Fase de divulgación: puede o no llegar. Pero si llega, puede ser accidental o premeditada. Lamentablemente el abuso puede no notarse sino hasta cuando hay un daño físico y notable, o no saberse nunca sino hasta confesiones en la edad adulta.
  5. Fase represiva: en ocasiones, cuando el abusador es alguien de la familia, para buscar mantener la dinámica de unión familiar o las apariencias, se tiende a negar el problema o justificar el abuso, haciendo como si nada hubiera pasado.

Si es algo que se lleva en secreto, ¿cómo puedo darme cuenta de si mi hijo ha sido expuesto a esta forma de violencia?

Como se mencionó anteriormente, lo típico no es que el niño (a) o adolescente comunique explícitamente lo que ha ocurrido. Sin embargo, hay ciertos elementos que pueden ser indicadores de que un menor es o ha sido víctima de abuso:

Síntomas físicos

  • Irritación, picor, dolor o lesiones en genitales, ano o boca.
  • Enuresis o encopresis (se hace encima cuando ya había dejado los pañales).
  • Malestares físicos no focalizados o de causa no identificada (dolores de estómago / cabeza).
  • Alteraciones en el apetito (aumenta o disminuye).
  • Alteraciones en el sueño.

Síntomas emocionales

  • Se vuelve temeroso, nervioso, ansioso, hiper-alerta.
  • Se le observa triste o irritable y enojado. Cambios de humor constantes.
  • Pesadillas, terrores nocturnos.
  • Llanto inexplicable.
  • Pierde el interés en cosas que le gustaban.

Síntomas conductuales

  • Se torna rebelde, comienza a portarse mal y a desafiar.
  • Se le aprecia disperso, con dificultades para concentrarse.
  • Disminuye el rendimiento escolar.
  • Se aísla, prefiere estar solo.
  • Se torna agresivo o se auto-agrede.
  • Se masturba de forma compulsiva.
  • Inicia tocamientos inadecuados con sus pares.
  • Se observan intentos de replicar el acto sexual (por ej. practican movimientos pélvicos contra objetos o personas, entre otros).
  • En adolescentes, puede iniciarse el consumo de alcohol y drogas, o a tomar una conducta promiscua e hiper-sexualizada.

Estos constituyen solo algunos de los síntomas que pueden observarse. Es importante que se observen en conjunto y no de forma aislada.

¿Qué podemos hacer en caso de que nuestro hijo (a) u otro familiar sea víctima de abuso?

  • Distanciar inmediatamente al menor del abusador.
  • Llevar a consulta médica.
  • Llevar a consulta psicológica e iniciar proceso psicoterapéutico.
  • Ofrecer un espacio de contención emocional para el menor, lo cual consiste en recordarle que no está solo y que se le protegerá, hacerle comprender que no tiene la culpa de lo que le pasó, validar sus emociones y ofrecer un espacio de escucha empática.
  • Los familiares cercanos también necesitarán de un espacio de contención emocional.

¿Qué podemos hacer para prevenirlo?

  • Mantener una relación de confianza y seguridad con su hijo.
  • Indicarle que nadie, conocido o desconocido, debe tocar su cuerpo. Es importante tratar de diferenciar entre caricias positivas y negativas (por ej. un abrazo vs. tocamiento de piernas). Si eso ocurriese, es importante que digan NO.
  • Si ocurre, indicarle que debe comunicárselo rápidamente a un adulto de confianza, no mantener el secreto, el secreto no protegerá a nadie.
  • Estar atento a los signos de alerta antes mencionados.
  • No dejar sin supervisión al menor. No confiar fácilmente si esa persona que se ofrece al cuidado es incluso un familiar. Se ha encontrado que en la mayoría de los casos el abusador es un familiar o alguien cercano a la víctima.
  • Asistir a sesiones de orientación para padres.

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