Cada vez que escuchamos la frase cliché “Estás en tu zona de confort” lo relacionamos con un lugar donde nos encontramos seguros, pero quien busca seguridad por lo general es quien se atormenta con sus miedos, los cuales a su vez quitan el brillo de la experiencia de vivir.

La existencia cuando queda reducida en un lindero vital, pierde su característica principal que es la espontaneidad de los sucesos y crecimiento a través de la experiencia directa, a pesar de dolor, felicidad, tristeza, cólera, miedo, y mil emociones que pueden suceder en el accionar.

Auto-justificaciones: pensamientos que paralizan nuestro desarrollo personal

Esta zona segura está llena de auto-justificaciones, las cuales refuerzan el hecho de no proyectarnos a la realidad. Por ejemplo, tendremos personas que se conforman con las cosas tal cual las recibieron, ya sea esto trabajo, maltrato, nivel económico, relaciones familiares y de pareja, el barrio donde uno vive, los sentimientos y el comportamiento. Todo esto va generando apatía, aburrimiento, frustración, cólera, tristeza y en casos más intensos la pérdida del sentido vital en los que se desencadena en casos de depresión.

¿Cómo salimos de esta zona?

Primero:

Realicemos el ejercicio de escucharnos a nosotros mismos en emoción, tratar de darnos cuenta de lo que nuestros sentimientos están queriendo decir, o mejor dicho, lo que nosotros mismos queremos decirnos, ya que esa frustración, tristeza, irritabilidad o aburrimiento somos nosotros mismos en emoción que nos estamos diciendo a gritos que no podemos continuar con nuestra vida de esta manera. El problema es que muchas veces no nos enseñan a escucharnos, y estamos más pendiente en negar la importancia de nuestras emociones, pero una vez que nos podamos escuchar le estamos brindando una gran oportunidad a nuestra vida.

Segundo:

Preguntémonos: ¿Qué sentido tiene seguir viviendo así?, que a pesar de parecer una pregunta suicida (en parte lo es) refleja el hecho del absurdo de vivir una vida plana, sin gozo ni brillo. Ante esta incertidumbre quedan dos respuestas, seguir en lo mismo o tratar de probar algo nuevo. El problema suele radicar en que solemos pasarnos de un extremo a otro, esto es debido a la necesidad de salir rápidamente de la angustia que estamos viviendo, no obstante, esta premura en salir lleva a la confusión y a una sensación intensa de vacío. Por ello, es importante que el cambio sea paulatino. Tomemos como analogía el aprender a manejar bicicleta. Muchas veces nos da miedo el saber que estamos ante la posibilidad de caernos y lastimarnos, pero la voluntad de aprender algo nuevo -por el motivo interno que sea- hace que intentemos una y otra vez. A través de los aciertos y los errores podemos, paulatinamente, aprender a manejar y aventurarnos a nuevas experiencias, como paseos con amigos, manejar en el campo o el desarrollo de piruetas.

Tercero:

Una vez que comencemos a trazarnos metas para nosotros mismos, podemos comenzar con objetivos diarios por ejemplo “No me gusta mi peso, comeré un poco menos de arroz el día de hoy”, no voy al extremo de prohibirme todo y podemos ir dándonos cuenta de nuestros recursos y falencias para seguir desarrollándonos como personas. Pero, la clave de todo radica en que podamos movilizar nuestra existencia hacia la acción, y no quedarnos simplemente en buenas intenciones o en pensamientos positivos.

Recuerda…

Para conseguir algo en la vida hay que movernos y para vencer nuestros miedos que nos llevan al innecesario confort hay que tratar de enfrentarlos. No obstante, en algunos casos el apoyo profesional es necesario.

Si te interesó este artículo te recomendamos la siguiente entrevista a nuestra Psicoterapeuta Verónica Cagigao donde nos explica acerca de los miedos y cómo nos impiden alcanzar nuestros objetivos.

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