¿Qué es la responsabilidad?

Es probable que más de uno de nosotros al escuchar la palabra “responsabilidad” imaginemos casi inmediatamente las obligaciones, quehaceres, tareas y pendientes que tenemos en diversos ámbitos, tales como el laboral o académico.

Pero si vamos un poco más allá, si profundizamos acerca de la responsabilidad como aquella capacidad para hacernos cargo, caemos en cuenta con que se le puede abarcar de manera mucho más amplia que la antes mencionada. Y llevarla así a nuestra vida cotidiana, a nuestra responsabilidad como personas, dentro de la cual entra a tallar nuestra responsabilidad con lo que sentimos, con lo que hacemos, con lo que nos pasa, con lo que callamos o lo que decimos mal, o con todo aquello que dejamos de hacer –o ser-.

Así, nos damos cuenta que el hecho de asumir responsabilidades engloba diversas áreas de nuestra vida:

  • Nuestra alimentación

  • La regulación de nuestras emociones

  • Lo que decimos (o no)

  • Nuestra forma de llegar al otro

  • Las decisiones que tomamos

  • Y así, todas las áreas personales

Y así como podemos revisarnos internamente e interiorizar el modo en que nos hacemos responsables –o no- con nuestra propia vida; también podemos hacer lo mismo con nuestros vínculos, y así discriminar en qué medida me estoy haciendo cargo de lo que siento y hago respecto a esa otra persona y de qué manera estoy encaminando este vínculo en mi vida, según mis objetivos, propósitos o planes.

¿Cuál es la importancia de la responsabilidad en la pareja? ¿Existe realmente esto?

Uno de los vínculos más importantes en la vida de muchas personas es el de la relación amorosa, y conversar sobre la responsabilidad en la pareja nos permite encontrar respuestas a muchas dudas que podemos presentar con el pasar del tiempo con esa persona, y evitar así las mil y un justificaciones que saltan al momento de explicar lo que uno siente.

Ser responsable implica asumir qué rol juego yo –por ejemplo- en una relación de pareja, de maltrato y abuso físico; pues si bien hay un(a) agresor(a), hay otra persona que permite –consciente o inconscientemente- dicha violencia, quizá no hablando, quizá callando o quizá no actuando de acuerdo a lo que en el fondo sienten que debería hacer. Por otro lado, puede darse también una relación muy tóxica en donde uno se queja del comportamiento del otro constantemente, en donde cabría preguntarnos ¿Por qué sigo con una persona que tiene tantos comportamientos que no me agradan? Desde mi posición, ¿qué hago para que tal persona se comporte así?, etc.

¿En qué nos beneficia asumir nuestra responsabilidad?

Pues, de ese modo dejaríamos de victimizarnos o de buscar culpables, y comenzamos a asumir un rol más adulto y más responsable que nos permitirá generar un cambio y –por fin- tener esa sensación de tranquilidad que tanto buscamos.

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