Al pasar de los años, el acto de dormir ha pasado de ser una necesidad a ser una conducta rutinaria que “quita el tiempo”; con esto, nadie es consciente de las horas de sueño o el modo de dormir, pues en vez de adaptar nuestra vida a las horas de sueño, hacemos lo contrario, eliminando tiempo importante de descanso para reemplazarlo con otras actividades. Ya sea porque cambiamos nuestro humor o no podemos concentrarnos adecuadamente, la consecuencia por haber dormido poco llega a influir nuestro día a día. Eso lleva a preguntarnos, ¿qué tiene que ver el sueño con nuestro bienestar emocional? En este artículo te explicamos un poco más no solo acerca de la importancia del sueño, sino su vínculo con nuestro estado emocional.
Importancia del sueño
El descanso puede resultar placentero para muchas personas, pero se es muy poco consciente que dormir bien no solo es un placer, sino también una necesidad básica fisiológica como comer, beber o respirar, por lo que su importancia tiene muchas razones. Una de las más sencillas de deducir tiene relación con el cansancio. A medida que va pasando el día, vamos aprendiendo, conociendo y moviéndonos, generando un gasto de energía que necesita ser repuesto.
Sin embargo, el sueño también influye en nuestros procesos cognitivos. Lo aprendido mientras estuvimos despiertos se procesa mientras dormimos; de este modo, todo lo experimentado se va consolidando y guardando, las experiencias vividas a lo largo de nuestro día se van agregando poco a poco a nuestra memoria, de modo que en un futuro podamos recordarlas. Es por esto que la calidad del sueño influye en la memoria de corto y largo plazo.
¿Cómo afecta el sueño a mi bienestar emocional?
Lo que muchos no toman en cuenta es que el sueño y sus alteraciones puede también influir negativamente en nuestro estado de ánimo y bienestar emocional. Si bien el sueño influye mucho en reponer energías y guardar experiencias, también tiene otro proceso importante: el que nuestras emociones se tomen un merecido descanso, así como lo hace nuestro cuerpo. A medida que vamos experimentando, vamos viviendo diferentes estados de ánimo: algunos días nos sentimos más alegres, otros tristes, coléricos o irritables, y cada emoción también se toma un descanso, logrando disminuir su intensidad tras una siesta o una noche de sueño. Sin embargo, la baja calidad de sueño puede hacernos experimentar diferentes emociones poco placenteras.
Ansiedad
Ya se ha visto que el poco o nulo sueño influye negativamente en el procesamiento de información, pero debido a esto, no nos encontramos capaces de poder decidir completamente qué es lo importante y qué no. En este punto, todo nos resulta importante y podemos sentirnos ansiosos o con muy poco control emocional. La falta de sueño afecta nuestra objetividad, causando mayor peso emocional a lo que originalmente no lo tenía.
Irritabilidad
El poco descanso nos genera eventual irritabilidad, por lo que cualquier estímulo que en un inicio podría ser irrelevante nos causa una extrema molestia; esto, sumado al poco control emocional, nos convierte en una máquina de tiempo que explotará de cólera en cualquier momento.
Depresión
De acuerdo con estudios, la falta de sueño puede generar pensamientos negativos o fatalistas, posicionándonos en el peor escenario o el final menos beneficioso. Junto a esto, la constante exposición a las alteraciones emocionales por causa de la falta de sueño forma la ecuación perfecta para desarrollar un cuadro de depresión a largo plazo.
¿Qué ocurre con los trastornos de sueño?
Cuando experimentamos algún trastorno de sueño no necesariamente se encuentra ligado a la falta de este, sino también a su opuesto.
Usualmente se piensa en un trastorno de sueño cuando resulta difícil conciliarlo. Esto se debe usualmente a altos niveles de ansiedad o estrés que dificultan el descanso natural del cuerpo y uno de los trastornos más conocidos es el insomnio, que puede ser de corto o largo plazo. Empero, existe también la otra cara de la moneda, es decir el trastorno de sueño que no dificulta su ejecución, sino que la facilita demasiado. En este caso, la narcolepsia es un buen ejemplo, ya que este trastorno resalta por el incesante deseo de dormir. A diferencia del insomnio, la narcolepsia tiene causas más hereditarias que psicológicas, pero sus consecuencias terminan influyendo negativamente en la salud mental de quien lo sufre.
Descansar adecuadamente
El descanso, como bien se nos ha enseñado desde pequeños, debe tener una duración aproximada de 7 u 8 horas para que pueda considerarse como un “buen sueño”. Actualmente, debido a la rutina, las horas de sueño disminuyen; si agregamos el uso constante de pantallas (en celulares, computadoras u otros), nuestros ojos pierden la capacidad de generar un sueño de manera natural. Por esto resulta importante tomar en cuenta las horas que vamos a descansar y dejar a un lado nuestro teléfono o televisión; recuerda que el buen sueño será placentero para ti y también renovará tus energías y tu estado de ánimo.
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