Todo el tiempo nos preguntamos qué nos falta hacer en nuestras vidas o dentro de una etapa en particular, y cuando lo descubrimos no pasamos de hacer las mismas promesas de siempre: “el lunes lo empiezo, lo termino o lo hago”, “este año sí o sí”, “no lo dejaré pasar”, “hoy dejo de fumar” entre otras frases parecidas. Luego de ello, surgen nuestros grandes momentos en donde filosofamos y nos preguntamos, ¿Por qué no lo hago?

Bueno amigos, ésta como otras preguntas relacionadas a nuestro tema de hoy están dirigidas a qué estoy haciendo con mi tiempo, está correctamente distribuido, o si esta distribución me satisface.

Con el pasar del tiempo no sólo nosotros cambiamos, todo a nuestro alrededor es diferente a como lo era hace unos 5 o 10 años atrás; han cambiado la moda, las costumbres y los hábitos, el alcance a la información, la percepción del hombre/mujer exitoso(a), la forma en cómo nos relajamos, entre otras tantas. Mucho de ello está relacionado con el tiempo que le otorgamos a nuestras diversas actividades, y una de las inquietudes que se percibe de forma constante en terapia es la sensación de insatisfacción.

Es importante que nos hagamos conscientes de las cosas o situaciones logradas en nuestras vidas, así como de las que aún no se han logrado y considerarlos como pendientes; teniendo en cuenta que serán realizadas en corto o mediano plazo.

¿Cómo podemos lograrlo?

Empezar hacerlo es cuestión de voluntad y decisión, ¡si queremos un cambio solo necesitamos hacerlo ya!, recuerda que hemos podido estar postergando todo este tiempo, es hora de tomar control sobre nosotros y nuestras necesidades. A continuación, te brindamos algunas pautas que te ayudarán a administrar mejor tu tiempo y lograr un equilibrio en tu vida:

Tener claro qué es lo que queremos lograr con esta decisión de cambio.

¿De qué sirve hacer muchas cosas, si no nos están dando ningún resultado? Así, lo primero que hay que hacer es plantearnos metas. Éstas deben ser reales, medibles y alcanzables. El camino más corto, es preguntarnos “¿Qué es lo que realmente quiero en la vida?” La respuesta a esta pregunta sentará las bases de dirección y de esta manera las actividades que se realicen día con día, deberán estar enfocadas a lograr ello.

Enumerar las actividades.

El hacer una lista de actividades empezando por aquellas que se pueden lograr de forma más inmediata, y luego continuar con las otras que demandan mayor complejidad, implica no manejar muchos papeles, saber en dónde lo anotamos y tener en un solo lugar las actividades que queremos realizar, incluso las que no son tan importantes, ayudando a enfocarnos en las cosas importantes. Cuando vemos los pendientes anotados, nos damos cuenta que en realidad no eran tantos y eso ayuda a mantenernos tranquilos.

Hacer una lista.

Escribir todas las cosas que hemos venido postergando en nuestras vidas ayudará a reforzar nuestra motivación. Podemos hacer una línea en el tiempo y establecer cierta edad en adelante.

Una sola cosa a la vez.

No se trata de hacer una sola actividad, sino de tener la mente en un solo lugar. El hecho de estar en casa pensando en la oficina o viceversa, o de estar en alguna reunión esperando o atendiendo una llamada lo único que hace es desequilibrarnos porque ni estamos en un lugar, ni en otro y por lo tanto perdemos vida con nuestros seres queridos o con nosotros mismos.

Limpiar para descansar.

Este punto se refiere a que hay que mantener el escritorio o el lugar de trabajo despejado de papeles, tener únicamente lo que se está ocupando, porque un lugar saturado cansa la mente y además genera estrés.

Aprender a decir no.

Resistirnos a la tentación de aceptar aquellas nuevas situaciones, ofertas, invitaciones, proyectos, encargos, etc. Recordemos que tenemos una lista de actividades, culminemos las que ya tenemos para luego adquirir otras. Eso nos hará sentir placenteros y tranquilos. Un buen método para lograrlo es preguntarnos: “¿Qué pasa si no hago esto?” Si la respuesta es nada, no lo hagas, y puedes seguir disfrutando tu vida.

Si estamos acostumbrados a trabajar jornadas interminables, preguntémonos: “Si me quedo, ¿lo termino y se me quita un pendiente?”, si la respuesta es afirmativa, entonces vale la pena quedarse, terminar y quitarse un pendiente; Pero si la respuesta es negativa, el quedarse no lo vale. Es mejor descansar la mente, disfrutar a los seres queridos, cenar a gusto, dormir para descansar y llegar temprano descansado y despejado.

Usar una agenda.

El secreto no es programar actividades, sino cumplir las programadas. Una agenda no es sólo de trabajo, dado que ya vimos que lo que se administra es la vida, llevar una agenda se vuelve una programación personal y entonces se vuelve tan importante agendar un café con un amigo, asignar tiempo para el deporte, para algún pasatiempo, para actividades familiares, o simplemente tiempo para uno mismo. La agenda es tu amiga, que no te estrese.

Ten en cuenta que no es lo mismo administrar “el tiempo”, que administrarse a uno mismo, esto implica que, si se hacen o no las cosas, depende únicamente de uno y de nadie más. Tampoco olvides el NO POSTERGAR… pues sí estamos así es por ello.

Todo esto nos servirá para administrarnos mejor y sentirnos satisfechos. Recuerda que sólo necesitas VOLUNTAD, DECISIÓN Y OBJETIVO, con ello lo lograrás.

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