Todos alguna vez nos hemos visto tentados ante la posibilidad de aplazar por un tiempo nuestras obligaciones y priorizar actividades placenteras. Sea en el colegio, universidad, o vida laboral; en quizá más de una ocasión nos ha resultado apetitosa la idea de ver televisión o dormir un rato más, antes de hacer los deberes.

Pero ¿qué pasa con las personas que no lo hacen una o dos veces, sino que se convierte en un hábito para ellos?, ¿por qué habrá algunos quienes aplazan todos sus quehaceres para el último momento?

Muchas veces vemos personas que suelen llegar tarde a sus reuniones, que no cumplen con sus trabajos grupales, o que incluso postergan sus obligaciones de padre o madre. Lo cual, puede generar mucha molestia al entorno, fastidio e incluso provocar rencillas. Pero, dejando de lado la emoción que estas personas nos causa, es válida la pregunta ¿cómo se sentirán?, ¿qué habrá dentro de ellos que genera este hábito de postergar todo?

Si conversamos a fondo con una persona así, podemos darnos cuenta que en la mayoría de los casos lo que sucede es que tienen falta de confianza en sí mismos, acompañada de tristeza, pensamientos como “no creo ser bueno para esto, mejor lo hago más tarde”, o “¿para qué me esfuerzo?”, “mejor dejarlo así, ya está demás”. Quizá tienen una voz paternal crítica y exigente internalizada, que desde pequeños les hayan obligado a hacerlo todo perfecto, sin admitir el más mínimo error; o quizá hayan escuchado frases como “eres un tonto, así no se hace”, “no sabes hacer nada bien”; al punto que de adultos sencillamente sienten miedo de hacerlo todo, miedo a estudiar, a hacer un trabajo, a hacerse cargo de sus obligaciones; o incluso, miedo a ser padres, miedo a ser.

Entonces, si hablamos de personas que muy en el fondo sienten temor a hacerse cargo de cualquier cosa, que experimentan tristeza y desgano ante cualquier actividad, y que incluso han tenido padres críticos y perfeccionistas… ¿sería bueno generarles más presión, exigiéndoles con críticas, gritos, o apelativos como ‘eres un flojo’?

Muchas veces nosotros como amigos, hijos, padres o familiares de estas personas lo que más hacemos es criticar, juzgar o presionar; cuando realmente lo que necesitan es confianza, avanzar a un ritmo más pausado y sin presiones, generando así un aumento de seguridad personal, autoestima y autonomía.

Recordemos entonces, que los cambios en este tipo de personas no se consiguen en un día, ni a través de exigencias o críticas. Quizá tome mucho tiempo lograr que tengan confianza y seguridad, quizá nos desespere o agote esperar, pero tengamos en cuenta que la autonomía es una necesidad emocional esencial que en su caso les ha sido arrebatada; por lo que, tengamos un poco de paciencia, ayudemos a estas personas a recuperar lo perdido y brindémosles toda la seguridad que necesitan.

Y así, cuando menos lo esperen, tendrán una persona más grande, sin tantos miedos ni exigencias; y con la seguridad de que es capaz de lograrlo todo.

Si te interesó este artículo te recomendamos el siguiente video donde te explicaremos acerca de la PROCRASTINACIÓN y te brindaremos estrategias para abandonar el mal hábito de dejar todo para última hora.

Nuestros últimos artículos de psicología:

Abrir chat
1
Hola, gracias por comunicarte con Libera😀
¿En qué podemos ayudarte?