¿Cuál es el objetivo del diagnóstico?

Muchas personas que reciben un tratamiento médico referido a la salud mental, tienen un diagnóstico que es utilizado para la comunicabilidad entre profesionales (de psicólogo a psiquiatra o viceversa).

¿Es el diagnóstico una característica permanente?

No, el diagnóstico que recibe el paciente muchas veces es un diagnóstico situacional, es decir que puede variar con el tiempo, pues los síntomas que presentaba pueden llegar a remitir y por lo tanto no habría que considerarlo como si siguiera teniendo el problema.

El estigma social del diagnóstico

En otras palabras, si una persona tiene diagnóstico de depresión o ansiedad no debemos de juzgarla como una persona débil o que siempre va a ser así, ya que cualquier persona, aún con una autoestima fuerte, si llega a tener alguna complicación en su vida que se le escapa de las manos, puede ser que llegue a deprimirse o a experimentar síntomas ansiosos.

En los casos de personas que tienen cuadros crónicos como esquizofrenia o trastornos de personalidad, debemos también dejar de etiquetarlos, ya que las etiquetas tienden a anularlas, pues se centran en los síntomas y se pasa por alto que también tienen virtudes, valores, metas y objetivos, los mismos que ayudan en el tratamiento y en que la persona pueda integrarse a la sociedad.

El efecto negativo del diagnóstico

En algunos casos, la persona al saber su diagnóstico adopta una postura pasiva sobre su problema, justifica diciendo “es que tengo tal cosa”, lo cual de una u otra manera hace que ya no tome acción y responsabilidad sobre los cambios que puede generar, sino que más bien se escuda en el rótulo.

Muchas personas, por ejemplo, que han sido diagnosticadas con ludopatía, se aferran a eso para darse licencia para seguir yendo al casino; en lugar de asumir una actitud de cambio, reinsertarse en el trabajo, utilizar ese tiempo con sus hijos, creciendo o desarrollándose como individuos.

Peligro de la estigmatización

Ya la palabra “etiqueta” es en sí negativa. Pero el primer argumento que se suele aducir es que las etiquetas diagnósticas estigmatizan a la persona.

Se centran en el problema

El empleo de etiquetas diagnósticas pone todo el foco en la situación problemática, discapacitante; reduce al humano a ese problema, olvidando otros puntos fuertes, otras capacidades, otras fortalezas.

Expectativas negativas

Crea expectativas negativas y cierra posibilidades. Al colocar una etiqueta es como si condicionáramos a esa persona a no poder ser ‘otra cosa’ que un diagnóstico. Lo cual es invalidante, y contrario a todo proceso terapéutico que implica crecimiento y desarrollo.

Reflexión final

Lamentablemente falta mucho para romper el estigma de las etiquetas, no obstante, con buena información, educación, el apoyo de la familia y considerando el tratamiento en salud mental como parte de la búsqueda de la plenitud y la integridad, iremos, poco a poco, rompiendo estos mitos y etiquetas dañinas que impiden el adecuado desenvolvimiento del tratamiento.

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