La autoestima baja es uno de los mayores obstáculos en nuestra vida. Nos hace sufrir y nos impide lograr aquello que deseamos. Cuando nuestra autoestima es baja y no logramos el éxito deseado, buscamos un culpable. Ya sea que nos culpemos a nosotros mismos o que culpemos a los demás, a la vida, la suerte, Dios, etc., si nos sentimos indefensos e incapaces de cambiar la situación, podemos acabar autocompadeciéndonos.

La autocompasión es sumamente limitante pero difícil de reconocer y aceptar, porque le damos un significado equivocado. Para mucha gente significa estar “mal”, ser débiles, incapaces y menos valiosos que los demás.

Existen cuatro situaciones que pueden ayudar a que desarrollemos una actitud de víctimas:

La vulnerabilidad y dependencia de los niños.

Debido a la edad, falta de conocimientos y habilidades, necesidad de depender de los adultos, las limitaciones que dichos adultos imponen, etc., todos los niños se sienten víctimas, en muchas situaciones.

Esto le sucede a cualquier niño, independientemente de que tenga una vida estable, protegida, feliz y llena de amor. Es parte de las características de la niñez. Al crecer, los resultados de las diferentes experiencias que vivimos, la educación, ejemplos que recibimos, etc., hacen que se pierda o disminuyan este tipo de pensamientos y sentimientos o que aumenten y se establezca una actitud de víctima.

Haber vivido en un ambiente en donde se nos compadecía constantemente.

Escuchando comentarios como:

  • “Pobrecito se siente mal”.
  • “Pobre, le dejan tanta tarea”.
  • “Es injusto lo que le pasa, pero no puede hacer nada”.
  • “A tal persona siempre le pasa algo malo”.
  • El niño escucha y aprende a pensar igual respecto a sí mismo.

El ejemplo de uno o ambos padres que tenían dicha actitud.

Los niños tienden a imitar, de manera inconsciente, las actitudes de los padres y de la gente importante en su vida.

Haber sido realmente víctimas de algún tipo de abuso.

  • Físico,
  • sexual,
  • psicológico,
  • emocional.

El impacto de estas vivencias puede ser tan intenso que repercuta a lo largo de toda su vida, siempre y cuando no se reciba apoyo profesional. Pero aun en estos casos, pueden y “deben” trabajarse las consecuencias, para tener una mejor vida.

No importa cuál fue la causa inicial. Al crecer, las experiencias que vivimos, los ejemplos que recibimos, etc., pueden debilitar, eliminar o fortalecer nuestra actitud ante la vida.

La autocompasión, como cualquier otra emoción, tiene aspectos positivos y negativos.

El aspecto positivo es que, momentáneamente, disminuye el dolor y evita que nos autodevaluemos, (porque reduce el impacto de la culpa).

El aspecto negativo se manifiesta en que:

  • Impide que veamos el problema en toda su magnitud. Se enfoca sólo en una pequeña parte del problema (la parte negativa que nos afecta directamente), por lo que no le vemos diferentes soluciones.
  • Nos aleja de la gente y nos impide resolver nuestros problemas, porque nos mantiene centrados en nosotros mismos: “Pobre de mí, los demás me…, yo no puedo…Impide que nos responsabilicemos de lo que nos sucede y que actuemos, porque al culpar a los demás, son ellos los que pueden y “deben” hacer algo para mejorar la situación. Esto hace que tratemos de presionarlos o manipularlos, con lo que surgen nuevos conflictos.

Nos paraliza, porque sentimos que no podemos hacer nada al respecto, ya que no tenemos ni la capacidad ni el control necesario para resolver la situación.  

 

Nuestros últimos artículos de psicología:

Abrir chat
1
Hola, gracias por comunicarte con Libera😀
¿En qué podemos ayudarte?