El dulce proceso de la maternidad

La emoción de saber que una está embarazada nos embarga, se mezcla una sensación de felicidad y plenitud con muchas dudas y responsabilidad. Poco a poco vamos cayendo en cuenta de que dentro de nosotras hay una vida. Una vida que lentamente está transformando la nuestra. El hogar está formado, la familia está ansiosa por conocerlo, los chequeos y las ecografías nos acercan a su imagen, a su tan esperada llegada, las náuseas y dolores son nada en comparación a la alegría que vendrá, y así, de repente, 9 meses transcurrieron, y llegó.

Desde ese momento todo cambia, nuestra absoluta atención se vuelca a un pequeño que abre sus ojos a un mundo que lo recibe con cariño y alegría, nuestra entrega es íntegra para él y todos nuestros deseos y anhelos se encuentran depositados en su bienestar.

Pero, ¿cuáles son las dificultades?

En aras de darle lo mejor –y solo lo mejor- de nosotros, podemos caer en equivocaciones, intentando sobreprotegerlo para que no se caiga, no se haga daño, no sufra o no pase por ningún peligro; olvidando que todo ello que queremos evitar, es necesario para potencializar su aprendizaje y para enseñarle que poco a poco debe hurgar en él mismo para encontrar recursos para defenderse de las futuras amenazas.

¿Cómo influye el número de hijos?

Muchos papás no desean tener más hijos, pues en uno solo han logrado proyectar su máxima idealización y realización personal; sin embargo, muchos de los problemas que se generan al solo tener un hijo es justamente la sobreprotección, en ocasiones -no en todas- se propicia el egoísmo y déficit de habilidades sociales si es que no se integra al niño con otros y se le enseñan valores.

¿Qué dificultades tiene el ser hijo único?

Al ser hijo único, y -por ende- el amo y señor de la atención de la casa, ese niño crece recibiendo “mucho de lo bueno”, es decir, todo el afecto, cariño, mimos y regalos. Lo cual no es malo en sí mismo por supuesto, el problema se suscita cuando el niño se cree merecedor incondicional de tantas cosas buenas, sin contemplar que hay más niños que requieren dicha atención, o que en caso se comporten mal también son merecedores de ciertas restricciones.

¿Qué señales existen para saber si estoy sobreprotegiendo a mi hijo/a?

No saber de qué son capaces nuestros hijos a una determinada edad

Cuando nuestro hijo nos parece vulnerable y frágil y, además, desconocemos lo que pueden hacer los niños en cada momento de su desarrollo, es fácil que tendamos a sobreprotegerlo. Le limitaremos ciertas cosas porque creemos que no está preparado para hacerlas, impidiendo que experimente y desarrolle capacidades muy necesarias para él.

Falta de tiempo y paciencia

Las largas jornadas laborales, las tareas del día a día y el ritmo de vida agitado hacen que, muy a menudo, tengamos poco tiempo y paciencia para tratar con nuestros hijos. Por este motivo, a veces acabamos haciendo cosas por ellos que ya podrían hacer solos. Por ejemplo, en lugar de explicarle la lección de matemáticas que no entiende, acabamos por hacerle nosotros el ejercicio; en vez de enseñarle a hacer su cama, la hacemos nosotros porque así acabamos más rápido y el resultado es mejor.

Miedos y fobias

Un caso muy habitual es el de aquellos padres que sobreprotegen a sus hijos por miedo. Los pensamientos negativos y el temor a que pase algo malo hacen que muchos padres tiendan a estar demasiado pendientes de sus hijos, evitando que se expongan a situaciones que consideran potencialmente peligrosas (y no tienen por qué serlo). Si tenemos miedo al agua preferimos que nuestro hijo se quede en la orilla, si no confiamos en sus capacidades necesitaremos tenerlo siempre cerca. De esta forma, no sólo estaremos trasmitiendo nuestros propios miedos al niño, sino que además le estaremos poniendo limitaciones para enfrentarse a ellos.

Deseo de ayudarles

A veces, las ganas de ayudar a nuestros hijos hacen que no les permitamos tropezar y aprender de los errores. Es, por ejemplo, el caso de esos papás y mamás que cuando el niño se olvida el libro de ciencias en el colegio, rápidamente se ponen en contacto con otros padres para que les fotocopien la lección o los deberes. Estas situaciones, en contra de lo que pueda parecer, son muy perjudiciales, pues el niño asume que no tiene responsabilidades y que, además, sus padres le van a sacar “las castañas del fuego” siempre. 

¿Cuáles son las consecuencias de la sobreprotección?

  • Sentimientos de inutilidad y dependencia.

  • Falta de iniciativa propia, creatividad, seguridad y autoestima.

  • Desinterés por conocer sus talentos y habilidades.

  • Indiferencia por las necesidades del resto de las personas

  • Insatisfacción por sus propios logros.

  • Cierto nivel de egocentrismo y necesidad de atención.

  • Conductas poco sanas para conseguir sus deseos personales, como la manipulación.

Algunas recomendaciones

Es necesario, entonces, fomentar en nuestros hijos conciencia de que el amor que se le da puede ser compartido, que los regalos son consecuencia de buenas conductas, y que compartir y entregar es parte de una buena convivencia.

Si te interesó este artículo te recomendamos el siguiente video donde nuestra especialista te explicaremos las diferencias entre proteger y sobreproteger a nuestros hijos.

 

Nuestros últimos artículos de psicología:

Abrir chat
1
Hola, gracias por comunicarte con Libera😀
¿En qué podemos ayudarte?