Mi experiencia

Recuerdo el día que recibí la noticia que iba a ser papá, fue emocionante y confuso a la vez, ya que no sentí la misma intensidad en las emociones -a pesar que mi hijo fue deseado y planificado- que mi esposa con la noticia, lo cual hizo considerarme por un momento como alguien frío. Mi ansiedad vino cuando empecé a cuestionarme sobre cómo sería yo como padre, y sobre todo si sería un buen padre, ya que vengo -como muchos de mi generación- con un respaldo lleno de antepasados parentales distantes afectivamente, silenciosos y proveedores económicamente. Claro que ser padre en la práctica ha cambiado con el transcurrir de los tiempos, así que dar un juicio sobre si sus comportamientos fueron buenos o malos sería injusto, por ejemplo el contexto histórico – cultural influenciaba, al igual que ahora, sobre las prácticas de los varones en la paternidad en esos tiempos.

¿Qué sentía?

Continuando con mis temores, estos fueron reservados en un inicio, debido a que no quería angustiar más a mi esposa que ya de por si estaba pasando por todo el bombardeo hormonal y además con la preocupación que nuestro hijo se encuentre bien en su vientre.

Al ir pasando las semanas, después de la noticia del embarazo, y después de conocer por primera vez a través de una ecografía a mi hijo, sentí más cercana la idea de que sería padre, no obstante no sabía si ya me sentía como tal, distinto al caso de mi esposa que su maternidad ya deslumbraba desde la primera noticia.

Gracias a las tardes de parrilla familiar, y tal vez al ver mi rostro acongojado, mi cuñado compartió conmigo su experiencia de no haber sentido la paternidad hasta el momento en que vio por primera vez a mi sobrino. Coincidentemente pregunté a otros padres sobre el tema y muchos compartieron lo mismo, cosa que finalmente me sucedió. Fue tan conmovedor ver a mi hijo, mientras lloraba seguramente producto de la confusión de estar en este mundo con manos extrañas, y mi esposa a pesar del cansancio estar expectante en verlo y saber que se encuentra sano. Sin embargo, yo tuve el privilegio de verlo primero y esa imagen no se borrará jamás de mis pensamientos.

¿Cómo me siento ahora?

De esto ya han pasado varios meses y hoy me siento padre. Sin embargo, a veces me asalta la duda angustiante de si soy o no un buen papá. No obstante, responderme esto, me parece carente de humildad y creo que quienes tienen la subjetividad necesaria para responder esta cuestión son mi esposa y mi hijo, ya que el día que yo parta de este mundo podrán darse una respuesta en base de mis actos.

Creo que es más sensato preguntarme si soy un papá que estoy ahí o no lo estoy, ya que el estar ahí me acerca a quien me ayuda a tener el presente estado de mi existencia, mi hijo, y esto a su vez conocer más de él, sus necesidades y sus gustos, y en el futuro quién es él como persona y seguramente tendré que desarrollar el respeto a su individualidad, ya que, aunque puedo tener fantasías de que sea alguien quien yo no fui, él no vino a este mundo para ser una extensión mía. Pero, el asumir la responsabilidad de estar con él conlleva al hecho de tratar poco a poco a acercarme a lo que yo considero ser padre y lo cual a su vez define mis comportamientos y emociones vinculadas a mi paternidad.

¿Cómo me acerco al modelo de padre que quiero ser?

Pero, para acercarme al modelo de padre que quiero ser debo trascender mis temores y lo que considero taras de mis antepasados, los cuales son los fantasmas de la cuna que se activan cuando estamos con nuestros hijos y recordamos lo que hicieron o no con nosotros (es un fenómeno psicológico propio de los padres). Tal vez, no llegaremos a ser perfectos, pero el tratar ya es un hecho satisfactorio, donde el mayor beneficiado son nuestros hijos.

Algunas sugerencias

Primero tengan cuidado con personas de buenas intenciones (que buscan aliviarnos el camino de nuestro aprendizaje parental) y nosotros tener mayor confianza y determinación para no caer ante el temor de las recomendaciones, aunque sin querer, muchas veces dolorosas, incomodas, odiosas, acertadas o desacertadas, y principalmente inoportunas. Muchas veces, estas terminan invalidando y generando culpa al novel padre que busca acercarse a sus hijos. No obstante, es importante la virtud de la perseverancia para no dejarnos avasallar.

Compañeros para seguir adelante y tratar de seguir mejorando como padres, busquemos información y recomendaciones con nuestro don de la libertad, pero nadie realmente puede imponernos un modelo de cómo queremos llevar nuestra paternidad finalmente.

Me dirijo a ti: padre

Papá, para ti que ahora quieres aprender a estar ahí con tus hijos un abrazo y mi respeto por tu valor, padre para ti que estas ausente, o sea, estas y no estas con ellos, medita sobre la soledad innecesaria en la que estas cayendo y si en ella encuentras el absurdo, eres libre para mejorar las cosas y está en ti mismo tratar de encontrar el camino de tu plenitud.

Un abrazo y feliz día del padre compañeros.

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