A veces es sencillo que el comportamiento de alguien nos afecte, sea en casa, el trabajo o en otra parte de nuestra vida, influyendo en nuestro estado de ánimo y, literalmente haciendo amarga nuestra existencia.

¿Cuándo decimos que una persona es difícil?

  • No sabemos cómo tratar con ella
  • No podemos manejarla
  • No hace lo que nosotros queremos que haga
  • Demanda demasiado de nosotros.

Generalmente, una persona difícil quiere ser siempre la que manda, logre que las cosas se hagan a su manera, diga la última palabra o demuestre que es la que tiene la razón.

La mayor parte de las veces, aunque no lo exprese ni lo acepte, es egocéntrica e insegura.

Las personas pueden ser difíciles:

  • Sin darse cuenta de que lo son, ya sea porque:
    No pueden manejar adecuadamente sus emociones negativas (estrés, frustración, enojo, etc.), y se desquitan con los demás.

  • Están tan inmersos en sí mismos, que no perciben las necesidades y la forma de pensar de los demás, dando por hecho que todos piensan o deberían de pensar como ellos y necesitan lo que ellos quieren.

  • Tienen algunas características que influyen en su conducta, como arrogancia, terquedad, hostilidad, demasiada susceptibilidad, etc. siempre están convencidas de que tienen la razón, aun cuando están equivocadas,

  • Porque de esa manera consiguen lo que quieren.

No es fácil saber cómo tratar con gente difícil, pero es importante aprender a hacerlo, porque siempre vamos a encontrar personas difíciles con quienes tengamos que relacionarnos. Por eso es importante que lo afrontemos y hagamos algo al respecto, esta es la única manera de no convertirnos en la víctima de otra persona y así mantener nuestro equilibrio emocional bajo control.

¿Cómo actuar ante las personas difíciles?

Cuando nos relacionamos con personas difíciles, tenemos tres opciones:

1. Aceptar la situación y a la persona, sin esperar que cambie.

Podemos negociar ciertos aspectos con ella, tratar de llegar a ciertos acuerdos, pero nosotros nunca, nunca, vamos a cambiar a otra persona. La otra persona va a cambiar, sólo cuando ella esté convencida de que necesita cambiar y esté dispuesta, a hacer el esfuerzo necesario para lograrlo.

2. Tratar de cambiar la relación

Cambiando nuestra actitud y manera de pensar, respecto a la persona y a la relación. Cuando entendemos el punto de vista de la otra persona, podemos:
Bajar nuestras expectativas respecto a ella, comprender los verdaderos motivos por los que actúa como lo hace, reconocer nuestras propias emociones, detrás de nuestra conducta etc. Cuando tenemos una mayor comprensión de la otra persona y de nosotros mismos, nuestra actitud y nuestras emociones cambian y nuestra manera de relacionarnos con esa persona también cambia.

3. Alejarnos de la situación y de la persona

Si creemos que nos está dañando y nosotros no podemos cambiar nuestra actitud al respecto o nuestro cambio no es suficiente. En ocasiones, independientemente del tipo de relación que sea, pareja, familia, amigos, trabajo, etc. e independientemente de que existan lazos de cariño o amor, hay relaciones que no pueden mantenerse sin que nos dañen y lo más sano es alejarse de ellas.

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