El ejemplo es la mejor herramienta educativa con que cuenta la familia. La familia es escuela de vida, y los padres son educadores naturales. La familia brinda desde el nacimiento los estímulos que satisfacen las necesidades emocionales, al tiempo que se garantiza el desarrollo psíquico y físico de los pequeños. En la familia se adquieren el lenguaje, la afectividad, la identidad personal, las primeras destrezas musculares, así como el estilo convivencial básico. Las relaciones que se establecen entre padres e hijos constituyen la fuente principal de la que emanan los aprendizajes emocionales, sociales y morales.

 ¿Existe alguna base en el cerebro para la imitación?

Porque genéticamente los seres humanos estamos preparados para imitar. Las llamadas “neuronas espejo”, son uno de los descubrimientos científicos más importantes del último siglo.

El sistema que contiene las neuronas espejo se encarga de codificar las emociones de los otros en uno mismo. Por ejemplo, si veo a alguien riendo, mis centros de la risa se activan; si veo a alguien con dolor, mis centros de dolor se activan. Todo ello está relacionado con la empatía.

Las neuronas espejo también determinan que los bebés sean capaces de captar los sentimientos de los padres, sobre todo de la madre, y que logran que habitualmente cuando la mamá está tranquila el bebé también lo esté, y que si una mamá está estresada, el bebé no logre calmarse.

¿Por qué es tan importante enseñar con el ejemplo?

Por lo anterior mencionado es muy importante que más que discursos, actuemos en la vida como queramos que actúen el día de mañana nuestros hijos. Incluso, si queremos que sean felices, algo que tanto preocupa a las padres, no hay nada mejor que ser felices nosotros mismos.

A veces los padres somos cuidadosos en lo que les decimos pero no en lo que hacemos. Entonces los chicos nos pueden escuchar hablando mal de otra persona, preocupándonos en exceso por el trabajo o el dinero, “colándonos” en una fila en un supermercado, gritando a otra persona mientras conducimos,  y otros cientos de ejemplos cotidianos de los que probablemente no seamos conscientes.

¿Qué hacer ante ello?

La propuesta es pensar y reflexionar: ¿Hice algo hoy que no me gustaría que mi hijo repitiera?

Haz una lista de los comportamientos de hoy o de la última semana y tenlos presentes para no volver a repetirlos, estén o no presentes tus hijos. Porque esos mismos hábitos positivos, empezarán a formar parte de ti y probablemente más adelante, también de ellos.

Si yo les pido a mis hijos las cosas por favor, ellos también lo harán. Si yo les pido perdón cuando me equivoco, ellos también lo harán. Si yo tengo una dieta equilibrada y como mucha fruta, ellos también lo harán. Si yo tengo una visión positiva de las cosas, ellos también la tendrán… Si yo les grito sin cesar, ellos también lo harán…

El poderoso aprendizaje por modelado

El aprendizaje por modelado es aquel que entra a nuestro repertorio de conducta por la imitación a referentes conductuales y afectivos, como los padres.

Se ha comprobado que toda información que ingresa al sistema por medio de la imitación a partir de la observación directa, es aquella que se va a fijar con mayor intensidad y duración.

Siendo así, sabemos ahora que la mejor forma de criar y educar a nuestros hijos es con nuestro ejemplo y nuestras acciones. No hay un argumento más poderoso que ese a la hora de conseguir un cambio de actitud en nuestros niños o bien a la hora de enseñarles buenas costumbres o las normas sociales que nos ayudan a vivir en comunidad.

 

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