Cuando nos enamoramos de alguien suponemos que esa persona tiene cualidades extraordinarias, que es el/la mejor del mundo, al menos en la mayoría de los aspectos. Al inicio de una relación ello es adecuado, no en vano se dice que el amor es ciego, y la experiencia nos ha enseñado a reconocerlo.

¿Y qué pasa conforme la relación va avanzando?

De pronto la persona maravillosa y extraordinaria se convierte en alguien común y corriente, pierde todas las virtudes que le veíamos, deja de atraernos y hasta puede llegar a convertirse en algo despreciable o en enemigo irreconciliable.

¿Qué es idealizar a alguien?

Considerar que alguien es demasiado perfecto significa idealizarlo, y al idealizarlo le atribuimos encantos que no posee. Así es como nos ponemos fuera de la realidad, y ésta (tarde o temprano) se toma la revancha. Es entonces cuando el velo de la ilusión se descorre para mostrar el crudo rostro de la verdad; y entonces, el mundo se nos viene abajo.
Posiblemente la persona a la que idealizamos no merece ser colocada ni en un extremo ni en el otro; ni un dechado de virtudes ni una suma de defectos; pero la frustración que llegamos a sentir al advertir nuestra engañosa percepción puede deprimirnos y conducirnos a las conclusiones más extravagantes e igual de exageradas.

¿Por qué idealizar a alguien es negativo?

Pero hay un problema más, y es que cuando idealizamos a una persona le otorgamos plenos poderes haciéndola, prácticamente, dueña de nuestra vida. Llegamos a valorarla tanto que su opinión se convierte en palabra santa, inclusive cuando se refiere a nosotros; y aquí es donde el conflicto queda expresado con mayor gravedad, pues podemos convertirnos en títeres de su opinión y creer que somos como realmente esa persona nos ve y nos califica, aun cuando sea en detrimento nuestro. Nos volvemos dependientes y llegamos a minimizar hasta nuestra propia opinión y nuestro más auténtico sentir.

El trasfondo de la cuestión es que al idealizar tanto a nuestra pareja, uno puede terminar sintiéndose inferior a ella y desmereciéndose a sí mismo.

¿Qué sucede en un caso extremo?

Se podrían generar pensamientos como éstos: «soy una persona hermosa porque mi pareja lo dice», «soy una persona sin voluntad porque así lo afirma mi pareja», o «no soy una persona que merezca ser amada porque de lo contrario mi pareja no me hubiera abandonado».

¿Qué papel juega el autoestima?

Buena, regular o mala, todos tenemos una imagen de nosotros mismos, todos nos vemos de tal o cual manera; el riesgo está en dejar que esa imagen dependa de lo que diga o piense otra persona. Si cometemos la exageración de colocar en el otro una gama demasiado inmensa y omnipotente de atributos extraordinarios podríamos llegar al límite de perder nuestra identidad y valoración. Y si por cualquier circunstancia o capricho se produjera el caso de que ese otro nos abandonara, nos quedaríamos como si al irse se llevara también nuestros propios atributos, nuestra propia imagen.

Es entonces cuando puede sobrevenirnos una terrible sensación de vacío y soledad.

Ahora bien, la pregunta es: ¿podemos amar sin idealizar?

La idealización es tan normal como el temor, la rivalidad o los celos, por ejemplo. Salvo cuando es exagerada y se vuelve irracional y nociva. Y si alguien tiene la tendencia a caer en este tipo de idealización patológica, será pertinente preguntarse si esa tendencia no se debe a que carece de autoestima o a que se ha convertido en una persona dependiente.

En el siguiente vídeo nuestra psicoterapeuta Verónica Cagigao despejará todas tus dudas sobre este importante tema.

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