Diciembre suele llegar con muchas sensaciones emocionales que acompañan las celebraciones que se acercan. La Navidad es considerada por la gran mayoría como un tiempo casi mágico en donde se transforman los sentimientos hacia la actitud solemne y espiritual en donde predominan los actos de generosidad y reconciliación en muchos sentidos. Además de ello, la expectación por los regalos, la vivencia de los símbolos navideños, las comidas y cenas familiares, los besos y abrazos de familiares y amigos, etc. hacen de esta época un torbellino de emociones intensas.

Desafortunadamente para algunos, la Navidad puede representar una ocasión en donde se disparen los conflictos reprimidos, como recordar y añorar a quien ya no está, a quien está alejado por situaciones diversas, existiendo el fuerte temor de no poder contener los intensos sentimientos de nostalgia y hasta de impotencia al no poder sentir la alegría y regocijo que los medios “aseguran” que se deben sentir.

Navidad época de reflexión.

Sin embargo, para muchos otros, Navidad es una época de mucha reflexión, en donde nos permitimos hacer un alto en nuestras actividades e invitamos a la introspección a nuestra vida, de modo que nos realizamos preguntas respecto a nuestras metas, a nuestros objetivos, planes, sueños, logros, fracasos, miedos, dudas, angustias. Pues, es un buen momento para plantearnos una línea de tiempo mental y ver en retrospectiva todo lo que hemos hecho (o no), si la vida que tenemos ahora es la que realmente buscamos, y de no ser así poder plantearnos también qué es lo que necesitamos lograr para el año entrante, en qué debo enfocar mi energía y tiempo, hacia dónde quiero llegar.

Consejos para manejar el estrés en estas fechas:

Como mencionábamos anteriormente, Navidad suele estar acompañada de diversas sensaciones emocionales, siendo para algunos un tiempo abrumador. Por ello, compartimos algunos consejos para manejar la tensión y de hacer de estas fiestas un tiempo de alegría.

Expectativas realistas

Si la lista de deseos de sus hijos está fuera de su presupuesto, hable con ellos, puesto que un regalo más caro no significa una mayor demostración de amor.

Tiempo para uno mismo

En ocasiones, el exceso de actividades sociales puede provocar una gran presión sobre la persona. Puede ser recomendable distanciarse de la multitud y dar un largo paseo, escuchar música o leer un libro, actividades que nos conecten con nosotros mismos. También podemos usar este tiempo para plantearnos cuestiones, no solo a nivel profesional o de metas personales, sino también a nivel afectivo. Si este año algunas personas se fueron, algunas se distanciaron u otras están –emocionalmente- dañadas. Preguntémonos entonces, ¿qué hemos estado haciendo para que nuestros vínculos se vuelvan más sólidos y cercanos?, ¿cuál es nuestra cuota de responsabilidad en aquellos que están distanciados de nosotros por ahora? ¿Buscamos remediarlo, cómo?

Recordar qué es lo importante

Si su situación económica es ajustada, recuerde que no es necesario hacer grandes regalos para demostrar el afecto. Es mejor recuperar la esencia de las fiestas: el descanso personal, sobre todo a nivel emocional.

Buscar apoyo

Hablar con amigos y familiares puede ayudar a liberar la carga emocional y fortalecer los vínculos. Asimismo, si se siente muy abrumado por los conflictos o el estrés navideño, sería importante considerar la visita a un psicólogo.

La navidad nos invita a reflexionar, pero también al cambio. Aprovechemos este espacio personal para dar un giro a muchos aspectos de los que nos quejamos constantemente y hagamos que esta vida -la única que tendremos- sea aquella que siempre soñamos.

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